Barbarroja, además de ser un hombre cruel y despiadado, también era muy ingenioso en el combate. En una ocasión, cuando Túnez fue tomada por el ejercito cristiano dirigido por el rey Carlos I, ideó una huída digna de un genio: de Túnez se dirigió a la ciudad de Bona, donde había dejado sus barcos, pero sus enemigos le pisaban los talones; Hayreddín ya había pensado en esto y ordenó a sus hombres que sumergiesen la flota. Cuando los cristianos llegaron al puerto de Bona vieron que estaba vacío, pero el pirata los reflotó y huyó a Argel, dejando a sus enemigos con la boca abierta.
Intimidades
En cuanto a su vida sentimental, no conocemos ningún nombre de amantes o esposas. Lo que cuentan las fuentes es que Barbarroja era un hombre borracho dado a los excesos y a las aventuras amorosas, tanto con mujeres como con hombres.

Cruel corsario
Todo el mediterráneo temía a Hayreddín Barbarroja, incluso los propios turcos. Algunos cronistas otomanos cuentan que las madres mencionaban su nombre para que los niños dejaran de llorar. Barbarroja tendía emboscadas en los puertos cristianos colgando en su barco la bandera del rey español. Pero los que más sufrían su furia eran los cristianos capturados. Cuenta la leyenda que, en una zona llana del campo de Argel, Barbarroja mandaba a los suyos a excavar hoyos bastante hondos, en los que metía a los prisioneros españoles vivos; les dejaba los brazos y la cabeza fuera de la tierra, y hacía pasar por encima a aquellos que fuesen a caballo.

Los hermanos Barbarroja
Parece ser que los cuatro hermanos Barbarroja se dedicaron al comercio marítimo y a la piratería. Entre ellos, Aruj fue el más conocido por sus incursiones, pero, tras su muerte, Hayreddín (nuestro Barbarroja) se encargó de sucederle merecidamente y le superó tanto en fama como en hazañas marítimas.