El Monasterio de San Miguel de los Reyes durante la desamortización de Mendizábal

MARTÍ FERRANDO, Josep. San Miguel de los Reyes, de la desamortización al presidio (1837- 1870). En: San Miguel de los Reyes: de Biblioteca Real a la Biblioteca de Valencia. 2ª Ed. Valencia: Biblioteca Valenciana, 2001. p.113-140. ISBN: 84-482-2875-8.

La desamortización llevada a cabo por Mendizábal en 1836 convirtió las propiedades monásticas en bienes nacionales y un año más tarde propuso la venta de los bienes de la Iglesia y la abolición de los diezmos. Este proceso afectó a San Miguel de los Reyes, que fue una de las propiedades desamortizadas. Por lo que respecta a la Biblioteca, bien pronto se había tratado de destinar a la biblioteca de la Universidad de Valencia los libros de los conventos suprimidos y, en efecto, allí fueron destinados los restos de la fabulosa biblioteca del Duque de Calabria.

Tras un cúmulo de trámites burocráticos, el Monasterio pasó a manos privadas. Fue vendido al comerciante Juan Antonio Cantero, quién quería derribarlo y utilizar los materiales en una nueva construcción, pero finalmente se logró parar el derrumbamiento del edificio tras la negativa de los ciudadanos valencianos y la aparición de una licencia histórica. Después de ello el edificio pasó a manos de Vicente Llanos, que le dio una nueva utilidad, el depósito de animales muertos y excrementos, pero se intercedió ante las quejas de los vecinos por el exceso de pestilencia y tras un informe en el que se detallaban las nefastas condiciones del edificio, éste pasó a titularidad pública.

Más tarde, en 1852, el antiguo monasterio fue utilizado como manicomio y un año después como hospital de coléricos. Así, el uso del edificio fue variando hasta que en 1874 el arquitecto Tomás Aranguren diseñó un proyecto para adaptar el edificio en cárcel. Así se llevó a cabo una serie de reformas en el edificio para que pudiera servir en su nueva ocupación, por lo que se construyeron nuevas galerías penitenciarias. Una de ellas supuso la desaparición de la capilla de los Reyes y de la sala donde se albergó la Biblioteca del Duque de Calabria.

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