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Brujería

En 1484 Inocencio VIII da por oficial la existencia de BRUJAS

En 1484 Inocencio VIII da por oficial la existencia de brujas en su bula “Summis Desideratis Affectibus” por la cual, la inquisición se encargaba de perseguirlas y condenarlas.

La inquisición, que fue tan dura con los judíos, moriscos y protestantes, fue, por el contrario, muy benigna con las brujas.El inquisidor actuaba de oficio e imponía penas leves, excepto en muy raras ocasiones. La iglesia parecía escéptica y negaba la realidad, condenando sólo la intencionalidad.

La publicación de “Maelleus Maleficarum” de Kramer y Sprenger en 1486, a raiz de la bula de Inocencio VIII, Summins Desideratis Affectibus, evidencia las opiniones escépticas del pensamiento desmitificador del delito de brujería, como nos explica en su libro “Las brujas y su mundo” Caro Baroja, por ejemplo.

En 1525, el inquisidor General Manrique, convocó una junta de diez personas, entre las que destacamos a Valdés, Suárez de Maldonado, Gaspar de Ávalos o Portocarrero, entre otros, a fin de unificar criterios de actuación acerca de la brujería. Pero, la división de opiniones fue rotunda. Había quienes opinaban que las brujas tenían trato con el diablo, y quienes opinaban que sólo lo imaginaban.

Al final, se llegó al acuerdo de entregarlas a la jurisdicción secular o, simplemente, imponer un catigo proporcionado a la calidad de la imaginación, o según el afecto que tuvieren de apartarse de Dios y caer en manos del Diablo.

En el índice de Valdés de 1559 están los libros de brujería prohibidos, especialmente “El libro de las Suertes”, también veremos como se prohíben los tratados de astrología, donde destacamos “La clavícula de Salomón” como tratado principal.

Más adelante, Sixto V en 1585 publicó la bula “Coeli et Terrae” en la cual se ampliaba el campo de la brujería, incluyendo en ella a los alquimistas y astrólogos.

Finalmente destacaremos que, el curanderismo constituyó el primer objetivo de los hechiceros valencianos, seguidos de la obsesión por conocer el futuro y la muerte. Veremos que para comunicarse con el demonio había varios modos; los hechizos, los conjuros, invocaciones o simplemente la imaginación.