Como todos sabemos la época franquista estuvo caracterizada por su represión a los ideales, por no poder expresarse con total libertad y por la censura en el arte, tanto pictórico como audiovisual.
Nosotros nos vamos a centrar en éste último, en el cine. El cine era un medio de retransmisión de las ideas fascistas y de los noticiarios. Este método era denominado NODO (acrónimo de Noticiarios y Documentales). Éste se proyectaba antes de la pelicula, y duró desde 1942 hasta el 1981.
El destape
Con la muerte de Franco, la censura se elimino dejando paso a la creación de la clasificación S para películas de softcore o porno blando. Nuevos directores se lanzaron a hacer películas de temática o carácter erótico, pero la mayoría no estaban destinadas a un disfrute sexual sino todo lo contrario; la mayoría se realizaban para dar su visión crítica de lo que, desde mucho tiempo, estuvo oculto ante los ojos de una doctrina totalmente fascista.
No cabe decir que, estando en tal época, las películas mostraban un argumento bastante machista y que infundía miedo a quien, por puro placer, quería volver sus fantasías realidad, pues les mostraban lo que les podría pasar.
Sin embargo, mientras los ochenta avanzaban el cine del destape se estancaba quedándose atrás, puesto que se decidió normalizar el uso de las salas X y el nuevo gobierno político socialista español que propuso un nuevo género de cine.
Cine político y de Autor
La política, la religión, la sexualidad, la problemática social… habían sido camufladas en los guiones durante décadas, y al llegar la transición todos esos temas aparecieron de golpe en las películas. Son años muy duros, con una sociedad dividida y confusa, y el cine reflejó todo aquello; cierto es que a muchos de los directores de estas películas les gustaba rebuscar en sus propias heridas que sufrieron en la dictadura de una forma demasiado complaciente mirando demasiado al pasado en vez de al futuro, en verdad, ahora comprendemos por que la gente se aburría ya con estas películas, ya que volver a revivir de nuevo un hecho que se quiere olvidar no es para nadie agradable. Sin embargo, el panorama cinematográfico español de hace veinte o veintitantos años se veía bastante más vivo e inquieto que el actual.
La comedia madrileña
Sin abandonar las inquietudes políticas y sociales, algunos de los nuevos directores surgidos esos años quisieron hacer un cine comercial y divertido en el que se reflejar la vida de la clase intelectual izquierdista a la que pertenecían y sus ideas políticas, pero con ironía y en un tono ligero para no meterse en problemas mayores; la idea era hacer una especie de puesta al día de la comedia española, pero adaptada a los nuevos tiempos y a los nuevos españoles. Y se convirtió en un gran género que gusto a la gente y le llamó la atención de sobremanera volviéndose muy querido entre los españoles.
Cine en Catalán
El resurgimiento del cine catalán está marcado por una serie de acontecimientos jurídicos y políticos de notable trascendencia para el restablecimiento de la democracia en el estado español. Por una parte, cuando quitaron en noviembre de 1977 el antiguo ‘Código de Censura Cinematográfica’, aprobado sólo dos años antes, el 19 de febrero de 1975. Por otra, la aprobación, el 6 de diciembre de 1978, de la Constitución española, sancionada por el rey el 27 de diciembre y publicada en el BOE dos días después.
El cine catalán empezaba a luchar en tres frentes con el fin de establecer su personalidad: el derecho a expresarse en una lengua propia, el catalán, hablada solamente en la región catalana, pero a menudo rechazada por motivos comerciales. El resurgimiento de cierta infraestructura industrial, existente en los años cincuenta y sesenta; y la recuperación de la memoria histórica, de un orgullo nacional reprimido durante el franquismo. Además, se inició un interesante debate sobre qué tenía que ser el cine catalán, debate que culminó en el transcurso del Congreso de Cultura Catalana celebrado en Barcelona el 8 de diciembre de 1976, donde surgieron dos opciones enfrentadas: los que creían que sólo lo era el cine hablado en catalán, con temas absolutamente catalanes y los que creían que también lo era el cine producido en Cataluña, independientemente de la temática o género, e incluso del idioma para favorecer su supervivencia industrial.
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