Colón era por aquel entonces un marino autodidacta que llevaba varios años navegando con los portugueses hacia la Costa de Guinea. Estaba casado con una portuguesa que tenía contactos en la Corte. Por ello se entera de que Lisboa ha contactado con un sabio florentino llamado TOSCANELLI. Éste tenía fama de buen astrólogo y cosmógrafo. Defendía la tesis del viaje oceánico a la India navegando siempre hacia Poniente.
Sus argumentos nos convencieron a los portugueses pero sí a Colón que se decide a enviarle una carta. Toscanelli responde animando a Colón a comprobar su tesis, lo que contribuye a que se afirme más si cabe en su proyecto. Comienza con los cálculos pero parte de un error importantísimo, pues ignora la existencia del Nuevo Mundo. Además, sus cálculos estaban basados en otro gran error. Para él, el viejo continente euroasiático ocupaba 2/3 de la Tierra y el oceáno, el otro tercio.
Colón está plenamente convencido de la viabilidad de su proyecto. Solo necesita encontrar un alto protector capaz de financiar tal empresa.
En Portugal, consigue hablar con el soberano Juan II, quien queda fascinado ante el entusiasmo y la elocuencia del genovés. Para estudiar el plan, nombra una Junta de Matemáticos que finalmente acaba rechazándolo.