La fuerza no era suficiente para dominar la isla, dado el escaso número de españoles.
Colón publica unas órdenes y castiga severamente los delitos, sobre todo el hurto. Los indios acatan las órdenes con perplejidad pues no conocen el concepto de la propiedad privada. Los ladrones quedaban marcados, pues les cortaban las orejas y la nariz.
Colón necesita dejar la Española para seguir surcando aquellos mares así que nombra a su hermano Diego Presidente del Consejo. Éste será el inicio de su desprestigio y caída.