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VIVIR UNA VIDA CONSCIENTE

A veces parece que estar en un camino espiritual involucra una constante vigilancia. Aprendemos que debemos poner atención a nuestros pensamientos, a nuestras palabras y a nuestras acciones para que creemos la realidad que queremos. Debemos tener la voluntad para perdonarnos a nosotros mismos y a los demás. No debemos juzgar y criticar. Y finalmente, vamos a aprender a integrar los mundos material y espiritual. Eso parece mucho trabajo y no obstante todo requiere solamente una cosa, que estemos en un estado de consciencia, en donde seamos el observador, ver lo que está sucediendo en el momento presente. Todo lo demás se desarrolla desde ese punto.

Somos seres espirituales por naturaleza y nuestro reto es recordar eso. No estamos creando algo nuevo aquí, nos estamos re-conectando con una parte muy antigua y poderosa de nosotros mismos, permitiéndole ser parte de nuestra vida. Desde ese punto, aprender a ser consciente se vuelve una serie de paso que tomamos mientras nos volvemos confortables con esta forma de ser diferente. Por muchas vidas hemos sido guiados por nuestra mente y emociones; permitirle a nuestra naturaleza espiritual volverse nuestra fuerza guiadora no nos es familiar o incluso cómodo a veces.

Cuando vivimos conscientemente observamos nuestra realidad desarrollarse y hacemos diferentes preguntas. En lugar de “¿por qué me está sucediendo esto a mí?” preguntamos “¿qué mensaje necesito escuchar?”. En lugar de “¿por qué está persona me trata así?” preguntamos “¿qué estoy haciendo para atraer esto?”. En lugar de “¿por qué mi vida es un desastre?” preguntamos “¿en dónde no estoy siendo poderoso o poderosa?”.

Cuanto más incrementemos nuestra habilidad para vivir una vida consciente, más nos hacemos conscientes de lo que queremos y de lo que no queremos en nuestra realidad. Fácilmente podemos establecernos límites, lo cual no significa dejar fuera a los demás. En cambio, es establecer la energía para lo que deseamos atraer. Atraemos personas que resuenan con nosotros o que resuenan con las lecciones que necesitamos aprender. Si necesitamos aprender lecciones en poder, atraeremos personas que confirmarán nuestro poder o nos harán sentir impotentes. Si necesitamos aprender sobre el auto-amor, atraeremos personas que reflejan nuestro grado de auto-amor o nos harán sentir que no somos merecedores de amor. El cuán conscientes seamos determina tanto el tipo de lección y el cómo respondemos a ella.

Cuando aprendamos a aceptar a otros completamente y sin juzgar, y ver cada interacción como una oportunidad de estudiante/maestro, estaremos en el camino consciente. Y podemos aprender a tomar el papel de investigador y observador. ¿Qué estamos aprendiendo y qué estamos enseñando? ¿Podemos descubrir el valor y las bendiciones que siempre están presentes en todo lo que experimentamos? ¿Necesitamos sanar a todos o estamos lo suficiente seguros en nuestras habilidades que vemos a la persona que parece se la más impotente como que está completamente en su poder, o tanto como esa persona se lo permita estar? ¿Podemos dejar ir lo que no nos sirve o nos comprometemos simplemente para probarnos que podemos?

Vivir conscientemente nos recuerda que nosotros elegimos alegría o tristeza, placer o dolor, abundancia de lo que nuestro corazón desea o nuestros más oscuros miedos de acuerdo a lo que creemos sobre nosotros mismos y lo que merecemos. Vivir conscientemente nos permite confrontar nuestras heridas en lugar de ser confrontados por ellas. Todo lo que tenemos que hacer es mantener la energía de lo que queremos y crear el espacio para ello. El resto se desarrolla de acuerdo a nuestra intención y deseos.

Existen diferentes grados o niveles de consciencia, así como existen diferentes grados o niveles de conocimiento y entendimiento. Cada uno de nosotros está en el nivel que es perfecto para cada momento. Y esto puede cambiar en el siguiente momento. Nuestra preocupación está con nuestro nivel de consciencia en el momento presente. Cuando cada uno de nosotros puede ser consciente sobre nuestra vida eliminamos la necesidad de la venganza o la validación. Nadie puede lastimarnos, subestimarnos, abusar de nosotros o asustarnos. Nuestros miedos se convierten en una oportunidad para crecer y sanar para que podamos liberarnos de ellos. Ahora imaginen un mundo en el que cada persona pueda hacer esto y que podamos cumplir la promesa de la luz que transforma la oscuridad, la paz que da entendimiento y la integración de cielo y la tierra.

Por Jennifer Hoffman