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Artículo de opinión. Memoria histórica

Cómo mantener las manos limpias

 

Fuego amigo

 

Garzón hizo bien en entrar al

Tribunal Supremo por la puerta

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Manuel Saco

El fascismo rampante quería la foto y la ha obtenido. Garzón, con visión histórica, en lugar de entrar por la puerta reservada a los magistrados,  posó en la puerta del Tribunal Supremo, para que los ciudadanos viésemos
la representación del mundo al revés. El fascismo de manos sucias hubiese preferido que hoy se publicase la foto robada por un paparazzi, la huida vergonzante del juez por la puerta trasera, quizá con un jersey cubriéndole
la cabeza, a ser posible.

Hizo bien Garzón, porque sin documentos gráficos que levanten acta, el día de mañana habría quedado el abuso como una mentira histórica, de la  misma manera que sus antepasados ideológicos negaron los hornos crematorios en los campos de concentración nazi, de igual forma que el juicio del 23-F no hubiese sido el mismo si no fuese por aquella cámara de televisión que grabó el asalto.

Así que está bien la foto. Cuando el día de mañana se la enseñemos a nuestros nietos, servirá de ilustración de cómo los vencedores de la Guerra Civil lograban que las pruebas de los crímenes continuasen enterradas en
sus fosas originales, todavía 70 años después, porque cada hueso desenterrado es un acta de acusación contra aquella horda de gente de manos sucias y misa diaria, que utilizaron las tapias de las iglesias para sujetar sus crímenes. Como la maldición de Tutankamon, esas tumbas guardan la desgracia contra quienes las quieran remover.

Se llaman a sí mismos Manos Limpias, copiando groseramente el  movimiento judicial italiano nacido contra la corrupción, porque desenterrar las pruebas de los crímenes de su homo antecessor ensuciaría sus manos para siempre.