Juan II caso a su hijo con quince anos con Blanca II de Navarra, pero fue un matrimonio falso. Enrique IV no tiene descendencia. En 1453, le echa la culpa a su mujer diciéndole que le había lanzado un hechizo. Enrique repudia a su esposa. Ofendida, Blanca proclama que no ha sido por su culpa, sino por la de su marido, que no ha podido consumar el matrimonio. O más bien, ¿es el rey impotente? Los médicos dicen que su esposa todavía es virgen y que él tiene un miembro viril inservible para poder realizar un acto sexual. Por eso le llamaron “Enrique IV el Impotente”. Entonces, la Santa Sede acepta esta disculpa y cancela el matrimonio.
Luego, se casa con Juana de Portugal. En 1462, tiene una hija: Juana. A partir de aquí, los rumores crecen y hay muchas polémicas. Se dicen muchas cosas: unos dicen que la tiene gracias a una técnica de inseminación artificial, otras fuentes dicen que la reina fue inseminada por un cortesano. La nobleza pensó que si Juana llegara a ser reina, Portugal invadiría la península. Así que, los nobles quieren impedir que Juana sea la reina y piensan que el mejor candidato seria Alfonso, el hermanastro de Enrique IV. Entonces, los nobles empiezan una campana.
Además de estas dos polémicas y después del debate sobre la sexualidad de Enrique IV, podemos notar otro debate sobre la salud del rey: se destacan varios diagnósticos además de su posible impotencia (caracteres psicopatológicos, litiasis renal crónica…).
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