El marqués de Villena, Juan Pacheco , antiguo favorito del rey, y el arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo, tomaron la iniciativa de reunir a los nobles rebeldes en 1464, para enviar una súplica al monarca con su descontento. En esta súplica desacreditaban al monarca, pues incluye la duda sobre la legitimidad de la hija del rey, Juana, diciendo que era hija de Beltrán de la Cueva, para pedir el alejamiento de la corte de éste. Además de esto, se pedía la expulsión de los moros al servicio del monarca, y solicitaban la libertad del hermanastro del rey, el infante Alfonso. Se pidió también tomar parte en las negociaciones que se mantenían con el rey de Portugal para su matrimonio con la infanta Isabel de Castilla (futura Isabel la Católica).
A las acusaciones de los nobles respondió el monarca ensalzando aún más a Beltrán de la Cueva, para el que se pidió en Roma el maestrazgo de Santiago.
Sin embargo, finalmente, la presión nobiliaria, alejó de la corte a Beltrán de la Cueva y Enrique IV, intentaría salvar los derechos de su hija sin enfrentarse abiertamente a los nobles, proclamando heredero al infante Alfonso en septiembre de 1464, siempre que se casase con su hija Juana.
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