Pacto de los Toros de Guisando

A pesar de que los seguidores de Alfonso intentaran que Isabel tomara el título de reina, ella se negó mientras viviera su hermano, al que procuraría convencer para que modificara su manera de gobernar y para que le nombrara princesa heredera.  Así, el 18 de septiembre de 1468, en una casa próxima a los Toros de Guisando, se firmó el primer acuerdo entre Enrique e Isabel, destinado a poner fin a las guerras y divisiones y a conseguir la paz del reino, para lo cual, era imprescindible resolver el problema sucesorio.

Por su edad, Isabel estaba en condiciones de casarse y tener hijos para que los reinos no quedaran sin legítimos sucesores y, por esta razón,  Enrique aceptó que Isabel fuera jurada y nombrada princesa y primera heredera, a cambio de que Isabel se comprometiera a obedecer y servir al rey, mientras éste viviera. Isabel se incorporaría a la corte en el plazo de dos días y estaría, hasta que casara, bajo la custodia del arzobispo de Sevilla,  Alfonso de Fonseca, del maestre de Santiago, Juan Pacheco, y del conde de Plasencia, Álvaro de Estúñiga. A su llegada a la corte, Isabel sería jurada por el rey y por los nobles y clérigos que estuvieran allí, y en un plazo de 40 días, sería jurada por las cortes que se convocaran con ese objetivo. Además,  Isabel se comprometía a casarse con quien el rey acordara y de acuerdo con ella y con el arzobispo de Sevilla, maestre de Santiago y conde de Plasencia.

Para que Isabel sucediera a Enrique era preciso declarar ilegítima a Juana, lo que, mientras en 1464 se había conseguido declarando que Juana no era hija de Enrique, ahora se conseguiría considerando ilegal el matrimonio de Enrique y Juana, cuyas madres eran hermanas y se alegó que la bula papal que autorizaba el matrimonio era falsa. Esto traía consigo, el divorcio y apartamiento de la reina de la Corte.

Toros de Guisando

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