Fernando el Católico, en su testamento, le encomendaba a su nieto Carlos que no abandonase a su viuda, diciéndole “pues no le queda, después de Dios, otro remedio sino sólo vos”.
El primer encuentro entre Germana y Carlos se produjo en Valladolid; él era un chico de 17 años y ella una joven de 29 acostumbrados a otra cultura y que tenían en común el francés, lengua que apenas se hablaba en la Corte. Carlos comenzó a organizar banquetes y torneos en su honor. Pronto surgió entre ambos una apasionada relación amorosa y, según se cuenta, las casas palaciegas de ambos en Valladolid hacían frontera y Carlos mandó construir un puente de madera que las unía según los cronistas de la época “para disfrute de las gentes de bien, y sobre todo, para los enamorados”. Ese puente permitía que los amantes y damas se visitaran sin necesidad de atravesar la calle.
Germana de Foix acompañó a Carlos a Aragón, donde sería coronado Rey de España (1516) y a Aquisgrán (Alemania) dónde sería coronado Rey de Alemania. Además, para evitar habladurías sobre la relación que mantenía con Germana, se acordó el casamiento de ésta con el Marqués de Branderburgo.