“Ittem, llegamos(legamos) y dexamos(dejamos) aquel hilo de perlas gruessas de nuestra persona, que es el mejor que tenemos, en el qual ay (hay) ciento y treynta y tres perlas, a la Serenissima doña Ysabel, Ynfanta de Castilla, hija de la Maj.del Emperador, mi señor e hijo, y esto por el sobrado amor que tenemos a su alteza” (Testamento de Germana de Foix)
La gran incógnita era saber quién era Isabel de Castilla y porqué Germana le dejaba en su testamento una joya tan valiosa. En el texto podemos observar que la propia Germana trata a Isabel de alteza y como hija de la majestad del emperador, refiriéndose a Carlos V.
El duque de Calabria, último esposo de Germana, escribió a la emperatriz Isabel cuatro días después de la muerte de Germana: “Con ésta irá la copia del dicho testamento auctenticada, porque por ella vea V. Mag. el legado de las perlas que dexa a la serma. infanta, doña Ysabel, su hija. V. Magd. Mandara screuirme si es servida que se le embien con hombre propio, o si será servida embiar por ellas, o lo que más fuere de su servicio”
Lo que podemos deducir, tanto del testamento de Germana de Foix como de la carta que el duque de Calabria envía a Isabel, es que ésta última era hija de Carlos V, un gran secreto que ocultaba al haber tenido una hija con su abuelastra Germana. Inexplicablemente, ya que no se conocen los motivos, la infanta Isabel murió al poco de acceder Carlos V al trono.