Santa María de la Fuente la Mayor, como así se la denominaba por tener frente a ella y junto al palacio del Cardenal Mendoza una fuente de buenas aguas, es una de las diez parroquias que existieron en Guadalajara desde la Baja Edad Media. En el siglo XV estaba considerada como la iglesia más importante de la ciudad, hasta el punto de que el Gran Cardenal, Pedro González de Mendoza, solicitó y obtuvo del papa Sixto IV (1478) la consideración de iglesia colegiata. Ya en el siglo XX, en 1959, Santa María fue elevada a Concatedral, al tener la diócesis una doble capitalidad y contar el obispo con dos sedes.
La construcción actual siglos XIII-XIV, edificada sobre una antigua iglesia románica, es uno de los ejemplos más notables del múdejar toledano, siendo el ladrillo y el mampuesto sus materiales más empleados. Su exterior nos muestra tres magníficas puertas mudéjares de entrada al templo. La puerta principal, conocida como “Puerta de los novios”, por abrirse en ocasiones especiales -como era la celebración de una boda-, se halla situada a los pies de la iglesia; presenta un arco de herradura apuntado, situado sobre imposta de piedra, con el característico trasdós descentrado. El arco se compone de 75 dovelas de ladrillo que de forma alterna aparecen rehundidas y salidas “con fajilla lisa o rebaba en el intradós”, de clara influencia almohade. A estos detalles, se unen otros que denotan su procedencia nazarí, como la utilización de material cerámico de color verde en las dovelas rehundidas que aparecen en el dindel superior.
La portada de la fachada meridional de Santa María ofrece el mismo esquema que la anterior, con la novedad de que sustituye el dindel adovelado por tres ventanas con arcos de herradura apuntados, copiando los modelos mudéjares de San Andrés y Santiago del Arrabal, ambas en Toledo. La tercera puerta, que daba acceso a la antigua sacristía, hoy en día cegada, repite la misma estructura que la puerta de la fachada principal; existen razonables duda de que ésta fuera levantada en el siglo XIV, como las otras.
Asimismo, es múdejar su esbelta torre campanario, construida de ladrillo. A finales del siglo XVI sufrió ligeras transformaciones, siendo la principal, la colocación, de un chapitel, apoyado en un alero, compuesto de modillones de cinco ladrillos escalonados. Sin duda alguna, es éste uno de los símbolos más emblemáticos y destacados de Guadalajara, además, de ser considerada como una de las manifestaciones arquitectónicas más importantes de la iglesia. El templo se encuentra rodeado, por sus caras norte y este, de una estilizada galería del denominado renacimieto alcarreño, de principios del siglo XVI.
El interior de Santa María nos muestra una magnífica estampa del barroco alcarreño: planta de tres naves, separadas por fuertes pilastras y arcos de medio punto; sobre el crucero una sencilla cúpula con linterna, de finales del siglo XVII. Esta construcción nos impide ver el bonito artesonado múdejar existente, adornado de sencillas pinturas, a modo de escudos, que permanece cubriendo la iglesia -gracias a una pasarela superpuesta sobre las bóvedas barrocas, podemos ver este artesonado en toda su belleza-.
En el presbiterio podemos observar la capilla fundada bajo el mecenazgo de Manuel de Albornoz, así como uno de los elementos más representativos y notables de este templo: el retablo mayor. Se trata de una magnífica obra diseñada por fray Francisco de Mir en 1622 y ejecutado por Juan de la Fuente; está dedicado a la exaltación del Santísimo Sacramento en torno a la figura de María. El retablo está dividido en tres cuerpos, con tres calles, en las que se muestran varias escenas: la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento y la Visita de los Reyes Magos. En el cuerpo central nos encontramos la Asunción de la Virgen y, coronando el retablo, la Santísima Trinidad. En el muro del evangelio podemos admirar el enterramiento de Juan de Morales, tesorero de los Reyes Católicos, muerto en 1502.
La nave del evangelio, alberga en su cabecera, la antigua capilla de San Bernardino, luego de la Presentación de Nuestra Señora y, en la actualidad, dedicada a la advocación de la Virgen de los Dolores y del Cristo Yacente. Junto a ella, la actual sacristía y antigua capilla de San Lorenzo, fundada a principios del siglo XVI por el vicario Hernando Palomeque. A continuación, vemos la capilla de Nuestra Señora de la Paz y de San Ildefonso, hoy en día el lugar más importante del templo por ser la Capilla del Santísimo. Fue remodelada aprincipios del siglo XVII por Luis de Guzmán para enterrar a todos sus ascendientes y descendientes.
Al pie de la nave, el baptisterio, enmarcado por la capilla de San Cristóbal o de los Castilla, de principios del siglo XVI. En este lugar nos encontramos una hermosa pila románica, una tabla que representa el bautismo realizada por los talleres Arte Martínez y una urna con los Santos Óleos.
Por su parte, en la nave de la epístola se encuentra la capilla de los Torres, más tarde del marqués de Villamejor, y en la actualidad “capilla de los condes”. Se encuentra también en esta nave la Virgen de las Batallas, recuperada gracias a una fotografía, ya que la original se quemó en la persecución religiosa de comienzos del siglo XX; su origen data de tiempos de Alfonso VI el Batallador y a ella se le tuvo gran devoción durante siglos en el barrio y la parroquia. Al fondo de esta nave, la preciosa capilla de la Virgen de Fátima con una imagen única, diseñada por la misma Sor Lucía y un retablo netamente mariano con los ángeles protectores de España y Portugal, lo que hacen de este lugar uno de los más entrañables y visitados de la Concatedral que por tantos motivos es dedicada a la Virgen y por ello, se llama de Santa María.
Faxmedia: Concatedral de Santa María. Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, 2011.