Los decretos de Nueva Planta de 29 de junio de 1707 y de 29 de julio de 1707 donde se derogaban los fueros de Aragón y Valencia y su reducción a las leyes y gobierno de Castilla, influyeron a la población de Alcoy de igual manera que a todos los lugares del Reino de Valencia. El final de una creencia histórica que hemos calificado en otro apartado.
Administrativa y políticamente, sin duda, la mayor repercusión de estos decretos se produce en el Gobierno municipal, y los cambios que sufre no sólo en lo que corresponde a su nombramiento y composición, sino también su forma de actuar. Los Decretos de Nueva Planta llevaban la orden implícita de la desaparición del Reino, y junto a ello la llegada de una nueva visión de organización municipal. No incidiremos más en este tema que ya hemos tratado en el apartado de Nuevos tiempos, Nuevo ayuntamiento.
Pero sí queremos apuntar ese nuevo sentido militarista que se dio al gobierno de las corporaciones locales y que la Villa de Alcoy no fue un caso singular.
Alcoy siguió siendo una plaza fuerte con importante guarnición, que era utilizada tanto para sujeción de posible ataques austracistas como para escarmiento de la población, que para más escarnio había sido desarmada.
El primer mando militar que ejerció el control en la plaza fue el Coronel Don Pedro Corbí. Todos los edificios públicos fueron ineludiblemente ocupados por los mandos militares y sus tropas, cargando con los gastos los propios vecinos de la población. El Caballero Asfeld había gravado a Alcoy con una multa de guerra de seis mil doblones, cantidad exorbitante para la época e imposible de pagar, manteniendo a la Villa en una situación económica crítica y alarmante. Este será el hilo conductor que nos lleve a comprender el cambio de la Nueva Planta.
La imposibilidad del pago llevó al consistorio de la Villa a solicitar dinero a préstamo a otras poblaciones, pero el resultado fue infructuoso dado que no se llegó a recaudar la cantidad exigida, se temía por parte del caballero de Asfeld una represión tan brutal como la sufrida por Játiva.
Ante esa disposición los regidores del ayuntamiento expresan, que “más que en los rebeldes el castigo recaía sobre los primeros hombres de dicha villa que se mantuvieron siempre buenos y leales vasallos del Rey”. Esta consideración del acta de la sesión, nos permite el análisis de varias cuestiones. Sin duda, encontramos una referencia clara al decreto de 29 de julio de 1707, haciendo la alusión a los buenos vasallos de Aragón y Valencia. Por otro lado, da a entender que la Guerra de Sucesión y sus consecuencias, no fueron un simple conflicto dinástico en el Reino de Valencia, sino que tuvo un sello social que se implicaría dentro de la segunda germanía de 1693. Social, foral y nobiliariamente entregada al Borbón, nos daría según nosotros, una visión de esos decretos de Nueva Planta que quedaría plasmada en el propio reflejo de las instituciones locales de la época. Un Reino sin sociedad, sin sus privilegios forales y con una nobleza a los pies de Felipe V, elimina de un plumazo su existencia.
El momento caótico y la falta de la real clemencia, que se había solicitado al Rey con un enviado a Madrid, dio como consecuencia el despojo y sustracción de los bienes de los templos e iglesias y fundamentalmente la plata que tenían acumulada, para hacer efectivo parte del pago de la multa y con ello detener y aplazar la amenaza de la destrucción de la Villa.
No existió descanso para los bolsillos de los vecinos y las arcas municipales, así se gravaron con otros impuestos, como la Nueva Planta de Alcabalas y Cintos. Junto a esta posición desesperada se volvió a solicitar nuevos plazos para el pago de la multa de guerra, que siempre llevaban la marca de la espada de Damocles del Caballero Asfeld.
La transición entre la guerra y la paz, entre el Reino de Valencia y la Nueva Planta, encontraba en muchas de las poblaciones, villas y ciudades del antiguo reino un corolario económico que mantenía a los consistorios y a los vecinos entre la ruina y el miedo, entre la desesperación y la voluntad de la traición.
Junto a esta acuciante presión económica, mantenida desde un gobierno militar, Alcoy sufría otra nueva consecuencia de la Nueva Planta, la castellanización oficial. Situación que comentamos en el siguiente apartado.
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