Refugio naval

En uno de los extremos de la costa alteana, nos encontramos con la isla de “La Olla”. Es un lugar que siempre ha sido conocido por su utilidad principal como fondeadero. Su excelente condición para tal uso reside en que entre la isla y la costa, hay una lengua del fondo marino que se levanta hasta quedar a pocos metros de la superficie, haciendo las veces de rompeolas natural. Éste sería usado al colocar los barcos a uno u otro lado de dicho rompeolas, resguardando así de temporales.

Por lo tanto, este lugar conocido actualmente por los famosos castillos de fuegos artificiales veraniegos de La Olla, en su día tuvo una gran importancia estratégica para la navegación. Su uso como fondeadero se ha documentado en un amplio marco temporal, yendo desde el siglo II a.C, hasta nuestros días. Hoy día, aun podemos encontrar buceando algún que otro resto de material romano por los fondos del lugar.

Yendo mas al norte por la linea de costa, nos encontramos con otro excelente resguardo natural que hizo las veces de fondeadero, los afloramientos rocosos de Cap Negret. Aunque de menor capacidad naval que el fondeadero de La Olla, fue también de vital importancia, cumpliendo la misma función de poder resguardar un barco en caso de temporal.

Estos dos lugares, son destacables en su utilidad a lo largo de la historia, ya sea para simples navegantes o pescaderos de muy variadas épocas, como para la flota del Archiduque Carlos, quien llegó a Altea en 1705. Es indudable, que esos dos fondeaderos, serían utilizados en su día por navíos, de pequeño tamaño, de la armada austracista en su paso por Altea.

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