Hablan los libros acerca de la fundación del monasterio de Santa maría de la murta. En el valle donde se encuentra el monasterio, se le conoció como Vall de Miracles, que derivó posteriormente en Vall de Miralles, al atribuirse la existencia en este lugar de un primitivo convento servita fundado por San Donato (siglo VI), que según la tradición fue enterrado en este lugar, confundiéndose sus restos con estas tierras, que de esta manera se santificaron. Posteriormente se pasó a denominar de la Murta por la aparición milagrosa de una imagen de la Virgen sobre una murta. Será, aquí, donde un grupo de eremitas se asentarían para su retiro. Gracias al consentimiento del rey Pedro IV de Aragón y las tierras que se donaron para la causa, se consolidará una comunidad religiosa. La fecha de inicio es 1369. A raiz de la fundación de la fundación del monasterio de San Jerónimo de la Plana en Javea, llegarán las noticias a los eremitas de la murta. Decidirán pues, marchar a la Plana con el objetivo de pertenecer a la orden y una vez conseguido esto, marchar de regreso al valle de la Murta para levantar el monasterio. Tras profesar en el monasterio Jerónimo de la plana, el Papa Gregorio XI en el lugar de Miralles, otorga la pertinente bula a fecha de 28 de marzo de 1376, dando la ansiada licencia para fundar un monasterio en este lugar. Así el 4 de julio de 1376 tomaron posesión, no pudiendo ocuparlo hasta el año 1401, siendo en aquellos entonces seis monjes los que constituyeron la primera comunidad. La comunidad religiosa nacerá bajo el amparo y protección del monasterio de San Jerónimo de Cotalba y seguirá los mismos esquemas de la antigua congragación Benedictina. De este modo comenzarían las primeras obras de construcción del monasterio.
Se edificara el resto de la infraestructura entre las paredes de aquel valle. Se trataría para muchos de un monasterio pequeño; lo cual generaría generaría dudas sobre su capacidad para albergar todas las estancias que componen la casa de San jerónimo. Pero no se puede subestimar la capacidad del mismo, pues albergará el claustro, las celdas de los que componen la comunidad religiosa, dormitorios y el refectorio así como otras estancias y salas que conforman la estructura del monasterio.
De la primitiva infraestructura apenas quedaron restos, porque fueron sufriendo continuas reformas y ampliaciones, siempre limitados por la estrechez del espacio y los escasos recursos de la orden. No obstante, gracias a los favores de la familia Vich, se disfrutaría de un periodo de gran esplendor, construyéndose el 20 de junio de 1516 una nueva iglesia, y en 1547 la Torre fortificada de las Palomas. Bajo el patronazgo de la familia Vich, el monasterio reunió una importantísima colección pictórica con obras de Paulo Bril, Juan de Ribalta, Besan, Pedro Orrente, Juan de Juanes, Morales, Andrés el flamenco, entre otras, además de recibir una importante donación por parte del Obispo de Tarragona, don Juan de Vich, para la ornamentación litúrgica. A lo largo de los siglos XVII y XVIII, se amplió y mejoró el cenobio, mejorando el aspecto de este querido y respetado monasterio.
Deja un comentario