ULTIMOS NÚCLEOS REBELDES DE LAS GERMANÍAS

Comenzaremos hablando a partir del final de las Germanías, en el momento en el que Xátiva y Alzira quedaban como únicos reductos rebeldes que aún mantenían el fuego. En 1522, se prdujo una batalla la cual acabó de forma indecisa, ya que el virrey logró hacerse con el control del campo, mientras que los agermanados lograron hacer regresar al grueso del ejército a Xátiva.

 Posteriormente, llegaron a Valencia refuerzos, aumentando de forma extraordinaria el total del ejército real, al mando de Zanate y Jorge Ruiz de Alarcón, que transmitieron el deseo de Don Carlos de que abandonaran las armas. Los agermanados en un principio se mostraron reticentes a creer en tal orden, pero finalmente cedieron y se rindieron.

 En cuánto a la ocupación militar, don Pedro de la Cueva, se unió con su ejército al del Virrey y recibió la orden de ocupar Alzira con unos 300 infantes y 60 jinetes, donde empezaría a construir un fortín. Pero pronto tuvieron que abandonar la villa para encaminarse a nuevas bases o a recuperar territorios ocupados por los franceses. Por lo que para prevenir las posibilidades de una nueva revuelta, al no estar ya presentes las tropas relaes, se decidió llevar un estrecho control sobre los núcleos más fieles de la rebelión, nombrando como encargados a personas fieles a la realeza, es decir, personas en las que la monarquía confiaba, los cuales pasarían a encargarse de las competencias civiles y militares, para segurar el correcto gobierno de la ciudad.

 En este sentido el rey ordenó que hubiera una gran guarnición en el castillo de Xátiva y que estuviera bien abastecido de armas y municiones, mientras que a la villa de Alzira se envió a un ministro del virrey, para que se responsabilizara de la villa. Así, ambas ciudades rebeldes quedarían encomendadas a los dos oficiales (Joan Escrivà de Romanì en Alzira y Lluis Carròs en Xátiva) más preeminentes del reino. Comenzaba así una dificil posguerra, llevandose a cabo una represión sobre los agermanados, ya que había que castigar a los culpables. Cuestión que fue muy dificil, ya que el espíritu de la germanía aun seguía vivo.

 Finalmente en Alzira se apresó a los principales cabecillas de la revuelta, e impuesieron el cobro de una tasa en la villa y su término, para pagar a la guarnición.


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