Como uno de los cultivos más importantes de la franja mediterránea de la Península Ibérica, el regadío experimentó un sustancial desarrollo durante la Edad Moderna, extendiéndose, perfeccionándose y reglándose el uso de las técnicas que los musulmanes habían difundido en suelo ibérico durante su dominio. Ahora bien, ¿cuáles eran las posibilidades hídricas de la región de la Plana y del municipio de Castellón?
La Plana cuenta con diversos recursos hídricos que fueron utilizados en este periodo, entre los cuales nos encontramos con el río Millars, las marismas y las aguas subterráneas de poca profundidad.
El río Millars presenta un caudal continuo aunque sujeto a las variaciones estacionales típicas. Hasta la regulación de su caudal ejercida durante el siglo XX, los agricultores dependientes de sus aguas llegaron a sufrir el carácter de sus fuertes estiajes. Los municipios que utilizan sus aguas son, fundamentalmente, Castellón, Almassora, Borriana, Villarreal y Nules. Su presencia fue un factor decisivo a la hora de organizar el regadío de la Plana.
Por su parte, las zonas bajas de los marjales costeros disfrutan, a pesar de las condiciones higiénicas negativas, la humedad suficiente para alojar cultivos como el arroz y algunos productos hortícolas.
Es trascendental considerar también que en el marjal de Castellón existe, además, el importante manantial denominado Font de la Reina o del Molí, que aflora a dos metros sobre el nivel del mar. Sus aguas fueron aprovechadas ya desde el siglo XV y seguramente antes. Su caudal llegaba fácilmente hasta los 30.000 litros por minuto, con un descenso bastante acusado en verano.
Las aguas que se encuentran bajo el manto freático constituyen la última fuente de recursos hídricos para la región. En las zonas bajas, estas aguas fueron normalmente extraídas mediante norias, permitiendo la irrigación en los cultivos donde no llegaba el riego de pie.[1]
Parte de los esfuerzos de las villas castellonenses se dedicaron al desarrollo del cultivo de regadío, cuyo uso se encontraba ya regulado desde 1346. En Castellón, ya desde finales del siglo XVI se encuentra configurada la red principal de regadío, de manera que se encuentra prácticamente finalizada la empresa hortícola y muy avanzada la roturación en la marjalería. En este campo podemos diferenciar entre aquel regadío que se practica a pie de campo y aquel que se denomina de altura.
La huerta supone la base principal de la producción de los alimentos de consumo y la superficie dedicada a ella, de acuerdo con semejante importancia, experimenta un considerable crecimiento hasta alcanzar su máximo en el siglo XVI. Así, se llega hasta unas 1.655 Ha irrigadas hacia 1559, un 25% del total, que aumenta ligeramente en el siglo XVII y en el XVIII.[2] Este máximo responde a las características típicas de las regiones irrigadas en un contexto climático seco: una vez alcanzado el nivel óptimo de aprovechamiento que permiten los recursos hídricos superficiales, se produce un verdadero estancamiento que no es posible superar si no es mediante una mejora de las técnicas.[3]
Esto con respecto al regadío a pie de monte. En cuanto al regadío de altura, ha sido la utilización de la noria, de herencia musulmana, la que ha dictado su desarrollo. Su uso es en parte desconocido, aunque se ha detectado a través de menciones en documentos administrativos como las peytas. La utilización de estas estaba regulado a través de la misma jurisdicción del Reino de Valencia y de sociedades campesinas, que distribuían el caudal de agua según las necesidades de cada agricultor, es decir, de la extensión de sus propiedades.[4]
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