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02~Reyes Católicos

Alba de América

Descubrimiento del Nuevo Mundo

Película filmada en 1951 -dirigida por Juan de Orduña- que narra la gesta de Cristobal Colón (Antonio Vilar) desde su estancia en el Monasterio franciscano de la Rábida, pasando por su encuentro y negociación con los Reyes Católicos, hasta llegar al gran desenlace en el que conseguirá llevar a cabo la hazaña de cruzar el Atlántico persiguiendo una ruta alternativa hacia Cipango, Catay y la India. Como ya sabemos, Colón finalmente arribará a otras tierras, las de América, aunque morirá sin llegar a ser consciente de este hecho. En cualquier caso, su proeza abrirá un nuevo capítulo en la Historia de la Humanidad.

Las primeras escenas del film sitúan al almirante en alta mar, pocos días antes de que se produjera el descubrimiento de América. Se trata de un momento muy tenso pues la tripulación está a punto de amotinarse. Desconfían del navegante “extranjero” y comienzan a tener serias dudas de poder resolver con éxito su empresa. Afortunadamente entra en acción Martín Alonso Pinzón, quien, tras conseguir aplacar las iras de los marineros, narrará en un larguísimo flashback de 2 horas (que parecen 4) las aventuras y desventuras de Colón desde 1485 hasta su embarque en el Puerto de Palos, camino del Nuevo Mundo.

Básicamente, esta es la historia “oficial” que narra la película, aunque encubiertamente -y de modo paralelo- la cinta tiene otro objetivo de hondo calado propagandístico.

Hay que tener en cuenta que este proyecto fílmico nace para dar respuesta al “agravio” que para el Régimen Franquista supuso el estreno de la producción británica Christopher Columbus en 1949. Por lo visto, esta versión ofrecía una ofensiva interpretación de los hechos llena de “inexactitudes”. Un Colón ambicioso que debe enfrentarse a las intrigas de la Corte española para llevar a cabo su idea; unos Reyes Católicos grotescos (especialmente el Rey Fernando); y, en definitiva, una imagen que redundaba en la manida “leyenda negra”, aquella que hace referencia al papel tiránico y sangriento que los españoles representarían en las Indias.

La protesta no se haría esperar y de la mano de CIFESA (gran super-productora paraestatal, portavoz propagandística del Régimen Franquista), con el patrocinio del Instituto de Cultura Hispánica y la supervisión del guión realizada nada más y nada menos que por el Almirante Carrero Blanco, se alumbrará el carísimo proyecto que presentará la versión hispánica de los acontecimientos y que se centrará en la misión civilizadora y evangelizadora de la Conquista.

Con estos antecedentes, a nadie extrañará que lo del “rigor histórico” sea en este film secundario. De hecho, en una entrevista que Juan de Orduña concedió en los años ’70, el director aseguraba que “Había algo de fantasía, pero es que yo siempre he opinado que las películas históricas, para ser verdaderamente soportables, deben tener un veinte o un treinta por ciento de rigor histórico y del setenta al ochenta por ciento de apuntalamiento de fantasía”. Parece ser que en este caso la receta le falló, porque la película no obtuvo el éxito esperado.

El tono grandilocuente, mesiánico y ampuloso hasta la saciedad (sobre todo en la exposición de Antonio Vilar, que interpreta a un Colón romántico, visionario, soñador incomprendido que habrá de llevar la luz del Evangelio a un nuevo mundo, siempre mirando al infinito -como en trance hipnótico-, siempre pronunciando frases cargadas de simbolismo y sentimiento empalagoso) hacen que la cinta sea harto difícil de digerir. La utilización política que se hace de este acontecimiento histórico por parte del aparato estatal del momento, persigue legitimar, a base de una narrativa plagada de paralelismos, al propio Régimen Franquista. En palabras del Dr. Santiago Juan Navarro, “mediante películas como ‘Alba de América’, los espectadores de un país arruinado, en el que todavía existían los cupones de alimentos, podían asistir al espectáculo de su propia grandeza”.

Hay un obvio interés por ensalzar el seno católico que acogió el alumbramiento de tan magno evento. Tanto música como imágenes -y sobre todo diálogos- reforzarán continuamente este aspecto religioso. Del mismo modo se perseguirá a lo largo de toda la película ensalzar ideas tales como las de unidad (la referencia a los Reyes Católicos como autores de la unidad territorial, política y religiosa de “España”, sería una constante durante todo el periodo franquista), orden, disciplina o servicio. Valores todos ellos a rescatar y proteger del caos de la España republicana.

Tanto Colón como Pinzón o los propios Reyes Católicos, son caricaturizados en la película con una serie de rasgos que les son conferidos con el objetivo propagandístico y pedagógico que se viene comentando.

Así pues, Colón es el visionario, el loco genial dispuesto a arriesgarlo todo por un sueño. Aunque tiene un pequeño defecto: es extranjero. Pero este mínimo problema será sorteado hábilmente a lo largo del metraje (“No se es de donde se nace, sino de donde se nace al destino”, responderá en una ocasión al ser recriminado debido a su origen foráneo).

Pinzón es su gran aliado (ni una sola mención a las múltiples desavenencias que se produjeron entre ambos) y caudillo efectivo de la tripulación, subrayando así la presencia española en la empresa. En él se condensa el presunto carácter igualitario de Castilla y Aragón, “tanto monta, monta tanto…” según la equívoca interpretación transmitida, al conferírsele un protagonismo parejo al de Colón, al menos en lo referente a liderazgo.

Los Reyes, como se ha mencionado, representan la unidad territorial, política y religiosa de los Reinos, aspecto más que cuestionable. Como sabemos, la historiografía actual reconoce que Isabel y Fernando ejercieron, básicamente, su poder en los reinos de los que eran titulares. Sí es cierto que se produjo una unión dinástica, pero Aragón y Castilla siguieron manteniendo sus fronteras, sus leyes, sus respectivas instituciones y sus particularidades. Respecto al asunto religioso, resulta peculiar que los máximos representantes de la catolicidad para el Régimen Franquista hubiesen sido excomulgados por la Iglesia por su desobediencia al unirse en matrimonio cuando se les denegó la dispensa debido a su parentesco (después el Papa Borgia les levantó el castigo). La pareja no sólo desatendió esta norma, sino que falsificó una solicitud real al Papa primero y una bula papal después, ahí es nada.

En resumen, y con la perspectiva tranquilizadora que confiere la distancia temporal, se puede decir que, a pesar de los anteriores juicios emitidos, la cinta es curiosa y hasta graciosa de ver. Eso sí, insisto, desde la distancia. Si analizas detenidamente el mensaje, el objetivo o, por poner un ejemplo final, la imagen sumisa, dócil, maternal y virginal que se pretende transmitir de Isabel -para aleccionamiento teórico de todas las féminas de la época-, la verdad es que se te acaba por congelar un poco la sonrisa.

Si os interesa el tema, os animo a que leáis el artículo del Dr. Santiago Juan-Navarro, De los orígenes del Estado español al Nuevo Estado: La construcción de la ideología franquista en Alba de América, de Juan de Orduña, un análisis profundo y muy interesante, que me ha resultado de gran utilidad para comprender el mensaje subliminal de la cinta.

One reply on “Alba de América”

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