EL REY Y UN PAPA EN MORELLA

El 18 de julio de 1414 se reunieron en Morella el Rey y un papa (el porqué de “un papa” y no “el Papa” se comprenderá a lo largo de la lectura). Vamos a ver quiénes fueron los protagonistas y la razón de su reunión.

El rey, Fernando I de Aragón.

Accedió a la corona por la muerte sin descendencia de Martín I el Humano y después del episodio denominado “Compromiso de Caspe”. La ausencia de un heredero al trono de Aragón supuso una crisis sucesoria e inició una lucha por la corona entre varios aspirantes, entre ellos Fernando de Antequera (regente de Castilla y sobrino del difunto rey). El 24 de junio de 1412 en Caspe fue elegido como Rey de Aragón.

 El Papa, Benedicto XIII (Pedro Martínez de Luna).

Uno de los tres papas que había en el año 1414. Desde 1378 hasta 1429, la Iglesia Católica estuvo sumida en uno de los sucesos más negros que ha padecido, el llamado Cisma de Occidente, una especie de “paréntesis” en su larga historia y donde surgió una división manifiesta dentro del seno de la Iglesia. Brevemente: en 1378 muere Gregorio XI, quien había devuelto la sede papal de Avignon (en 1309 Clemente VI la nombró con carácter temporal) a Roma. Los cardenales romanos eligieron como sucesor de Gregorio XI a Urbano VI, pero debido a su comportamiento errático y violento (entre otras cosas), a los dos meses declararon nula esta elección y  proclamaron a Clemente VII, quien de nuevo devolvió a Avignon la sede. Ambos papas electos se excomulgaron mutuamente y el cisma quedó abierto.

En 1409, los dos papas de ambas facciones eran Gregorio XII y Benedicto XIII. Dos grupos de cardenales, de Roma y de Avignon, resolvieron celebrar en Pisa un concilio que pusiera fin al Cisma. El concilio declaró depuestos a los dos pontífices y eligió a Alejandro V nuevo papa, pero ni el de Roma ni el de Avignon aceptaron rehusar a su cargo. Lejos de solucionarse el conflicto, se agravó aún más y la cristiandad se dividió de esta forma en tres obediencias. Así, en el verano de 1414 la Iglesia Católica no tenía ni uno ni dos, sino tres papas, a saber: los mencionados anteriormente Benedicto XIII y Gregorio XII y el sucesor de Alejandro V, Juan XXIII.

Reunión en Morella.

En junio de 1414, el rey Fernando I acababa de celebrar Cortes en Zaragoza. El reino se encontraba en paz y los asuntos políticos arreglados, pero no los religiosos. Conocía la terquedad de Benedicto XIII, ya que era español y además le apoyó en su candidatura de Caspe. Pensó que si lograba pasar algunos días en su compañía le ablandaría el corazón y pondría fin al Cisma. Por estas fechas Benedicto XIII se encontraba en su castillo-palacio de Peñíscola, y el rey eligió un punto no muy lejano de allí para su encuentro: Morella.

El 18 de julio, Morella engalanó sus calles alfombradas de olorosas flores y aromáticas hierbas, y las paredes de las casas las adornó con bellos tapices y ricas pinturas. Benedicto XIII arribó con cinco cardenales de su obediencia (los de Aux, Montaragón, San Jorge, San Esteban y San Angelo), tres obispos, dos abades y otros prelados.

Les esperaba el rey con su comitiva (su hijo don Sancho, el conde de Trastámara con Fadrique, el almirante de Castilla y el conde de Cardona), además del consejo municipal, compuesto por el baile don Ferrer Ram, el justicia don Juan Fernández de los Arcos y los jurados don Francisco Agulló, don Juan Ciurana de Cuadres, don Vidal de Vilanova y don Mateo Pahoner. Jamás Morella vio tan altos personajes dentro de sus murallas a un mismo tiempo.


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