En Ontinyent, tenemos constancia de la primera estructuración de las compañías virreinales en un momento, que en el ámbito mediterráneo se caracteriza por ser un periodo en el que se llevan a cabo numerosos conflictos bélicos, como la rebelión de los moriscos granadinos en el año 1568 o la creación de la Liga Santa en el año 1571 para combatir esta rebelión.
Como consecuencia de estos actos políticos, encontramos en Ontinyent la constitución de una capitanía de la cual dependían otras villas cercanas como la de Bocairent. Que debían de mantener siempre dispuestos a 300 hombres para combatir en caso de que fuera necesario. Más tarde, en Abril de 1576, en un acta del consejo, en la que constaba la visita del gobernador de Xátiva, se ordenó que una compañía de las cuatro existentes en la villa del Clariano, realizara ejercicios de milicia, especialmente en lo que se refiere al tema de los arcabuces y la corporación municipal otorgaría un premio de una joya adinerada al mejor soldado, facilitando además pólvora, plomo y cuerda a los particulares.
En este contexto, podemos constatar la existencia de dos pruebas: una celebrada en la festividad de San Miguel, que concedía, como premio 21 sueldos, que posteriormente se aumentó a 80 y que anteriormente se obtenía un premio en especie, como un carnero, y otra prueba que se efectuaba el domingo de ramos y el ganador obtenía una compensación sensiblemente menor como seis sueldos en metálico que sustituía la riego de los pastos.
Todas estas competiciones incentivaban las habilidades militares y estaban perfectamente reglamentadas y gracias a las informaciones proporcionadas por estudiosos como J.A. Gironés podemos encontrarnos con un documento que nos habla sobre la puesta en marcha de ordenanzas similares, que constaba de 28 artículos, que establecían básicamente el calendario de las competiciones, la distancia del tirador respecto a la diana, el tipo de ballesta, el número mínimo de participantes, o las sanciones por insultos o peleas, siendo una reglamentación donde se encontraban reminiscencias del espíritu caballeresco que incluso prohibía que un jugador jurara en nombre de Dios y la virgen María bajo pena de besar una cruz en el suelo y pagar seis sueldos, aunque es importante destacar que todas estas competiciones estaban vetadas para otras personas que profesaran la religión judía o musulmana.
Es importante destacar que, los ejercicios de tiro, afectaban a un mínimo de 100 personas y se celebraban todos los domingos.
El consejo ontinyentino, a raíz de todo esto que acabamos de comentar, proporciona toda una serie de informaciones militares que son comunicadas al virrey y entre ellas aparece la incorporación a las compañías de dos personas expertas en el arte de la guerra como los sargentos que asesorarán a otros encargados de la política ontinyentina como el jurat en cap o el justicia.
Deja un comentario