El conflicto agermanado en Orihuela (II): radicalización y plenitud del movimiento

Las reivindicaciones de los agermanados oriolanos eran más moderadas que las de sus compañeros de la capital, manteniéndose incluso una correspondencia fluida con el monarca para buscar una solución negociada.

Reclamaban cambios básicos para nuestra visión actual, como una reforma del consell dando entrada a representantes gremiales en una corporación oligárquica cerrada como era la existente en ese momento, que se evitara la concentración de cargos o que los arrendatarios de impuestos y agentes fiscales rindieran cuentas públicas, así como mínimas exigencias a nivel urbanístico como una corredera que separase la muralla del casco urbano.

Ante la resistencia inamovible del Consejo frente a las demandas y, a diferencia de lo acaecido en Valencia donde fue destituido inmediatamente, la existencia de esa dualidad de poder, la tensión entre ambos bandos fue aumentando hasta estallar el 23 de diciembre de 1520, cuando los agermanados impiden la celebración de las elecciones a magistrados anuales e imponen como nuevo Justicia a Juan Palomares, hermano del síndico y líder de los agermanados oriolanos.

Este hecho precipita los acontecimientos, haciéndose ambos hermanos con el poder ante un consejo paralizado por el miedo. Logran 1500 ducados mediante un libramiento aprobado para comprar una partida de armaduras y arcabuces que distribuyen entre la población. Ante la huida de las autoridades reales y del mismo gobernador, el bayle general, señor de Redován, colabora con los hermanos Palomares para terminar de transformar el consejo en junta.

Los ricos y nobles huyen de la ciudad ante una plebe enfurecida que comienza a saquear y asaltar sus propiedades, incluso las del alto clero ante su ayuda a los nobles exiliados. Con estas acciones se considera fracasada la vía de negociación y el movimiento comienza a extenderse por la gobernación.

Se organiza un ejército nobiliario con el que hacer frente al movimiento agermanado, pero una coalición de milicias urbanas, entre la que estuvo la dirigida por Palomares, consiguió la victoria sobre dicha hueste en Gandía, perdiendo los nobles un botín inmenso y provocándose la salida fuera del reino de los exiliados.


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