El conflicto agermanado en Orihuela (III): declive y fin del movimiento

Tras la derrota nobiliaria, el movimiento agermanado alcanzo su cima de poder.

Se repiten diversos incidentes contra población morisca,  con bautismos forzosos y masacres, si bien en la gobernación de Orihuela no fue una tónica común. Destaca el asalto y saqueo de la aljama mudéjar de Albatera tras un intento de toma de la propia población. Estos ataques contra la minoría musulmana, más que por fervor religioso, vendrían motivados por el papel de sustento económico de importancia que los mudéjares suponían para sus señores.

La Iglesia en el conflicto estuvo en su mayoría dividida, ya que las altas esferas eclesiásticas apoyaron en todo momento al resto de privilegiados mientras que el bajo clero secular si se identificó más con la causa agermanada o se mostró neutral. En el caso oriolano, y a pesar de una cierta demonización por parte de cronistas que les acusaron de ello, los agermanados respetaron en todo momento el patrimonio eclesiástico, al contrario que los realistas en su saqueo de la ciudad.

El fin del movimiento agermanado oriolano comienza al movilizar el Marqués de los Vélez sus tropas y unirse al gobernador Pedro Maza una vez acabada la represión del movimiento comunero en el sudeste castellano, agrupando un ejército de unos 5.000 hombres que se enfrentó al ejército agermanado meridional, que contaba con 7.000 hombres armados aproximadamente, en el Rincón de Bonanza, resultando derrotado tras una heroica actuación el ejército agermanado y finalizando así el movimiento.

La ciudad de Orihuela, en shock tras la derrota, se rindió sin reservas confiando en un mantenimiento del orden y respeto a la urbe, sin embargo los soldados murcianos, cuyas rencillas con la ciudad distaban de tiempo atrás, se entregaron a un salvaje saqueo de 30 días donde ningún bien fue respetado.

Se conoce bien la toma de todas las banderas que los caballeros oriolanos tenían depositadas en las capillas urbanas y su traslado a la catedral de Murcia por parte del Marqués de los Vélez, así como una importante serie de fechorías realizadas en las iglesias y lugares sagrados intramuros, o el saqueo de hasta puertas, rejas y ventanas cometido por los murcianos y sus más de 600 carros de botín, además del desbordamiento del río

Este fue el fin del movimiento en la ciudad de Orihuela, que tras 30 días de saqueo y algunas semanas más de caos comenzó a recuperar la normalidad con la sumisión del consell.


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