El cenit demográfico de la Orihuela foral

El interludio de los siglos XVI y XVII, más concretamente el periodo abarcado entre 1560 y 1610 supuso el punto culminante del desarrollo demográfico del término de Orihuela.

El índice de población es algo muy difícil de conocer con exactitud para esta época, debido a la imprecisión de las notas recuperadas y la propia dificultad de la tarea de recuento en aquel momento; en los padrones del “servicio real” solamente aparecen aquéllos que pagaban impuestos –lo que elimina a privilegiados y pobres– mientras que en los llamados padrones “de sal i mur” se anotan el número de edificios. Asimismo, los grupos marginales, como gitanos y esclavos, y los visitantes (mercaderes principalmente) no estarían contabilizados en estos documentos.

Sin embargo, existe el mismo problema de siempre: los datos muestran personas fiscales y viviendas. Para solventar este problema, se ha tomado para la Orihuela de esta época un factor multiplicador de 4,5 que nos daría el número real de habitantes por vivienda. Los habitantes de Orihuela en este momento sumarían así pues una cifra en torno a los 10.000, unos mil más si contamos a los no contabilizados en los censos, mencionados arriba.

Esta expansión demográfica no viene dada, como se intuiría comúnmente, por un aumento de la natalidad ni por el descenso de la mortalidad (que sí descendió, no obstante, por la disminución de catástrofes naturales en el siglo XVI), sino por el fenómeno de la inmigración que apoyó al proceso de colonización.

En este periodo del cambio de siglo, Orihuela era un foco de atracción para los visitantes de otras tierras (franceses e italianos principalmente), al ser cabeza de gobernación y de obispado, y poseer un Colegio de Predicadores con miras de convertirse en universidad. Además de esto, el Consell ofrecía incentivos y facilidades a todos los recién llegados, como donación de solares para construir una vivienda, o exención tributaria por un periodo de diez años. Pero esta generosa política que se aplicó con generalidad al principio, se volvió más selectiva a finales de siglo, favoreciendo solamente a profesionales para que pudieran abrir sus negocios (casas-taller).

Pero con la expulsión de los moriscos en 1609, este periodo de auge demográfico desemboca en un vació poblacional y un éxodo rural que trastornó intensamente las relaciones socio-espaciales del territorio, que sumado a la vuelta de la peste el segundo cuarto de siglo y las calamidades naturales venideras protagonizarían una época desastrosa de la etapa foral.

 


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