La peste de Orihuela de 1648

La gobernación de Orihuela era, de las cuatro existentes en el Reino de Valencia la que más al sur se encontraba y la que colindaba con el Reino de Murcia, una gobernación con una gran población e importantes relaciones comerciales con Murcia y la capital del reino, lo que la convertía en un foco perfecto para el desarrollo de esta enfermedad y su transmisión a las zonas del sur de la Península, no en vano el foco de peste de 1646-1652 se inicia en la zona del Reino de Valencia, Corona de Aragón y Reino de Murcia.

La peste de 1647 comenzó a detectarse en la ciudad de Valencia en junio de este año, amainando entre abril-mayo del año siguiente. Estas informaciones llegaron a Orihuela rápidamente, tomándose medidas ya en octubre del 1647, medidas preventivas para viajeros y mercancías que provenían de la capital del reino. En noviembre aumentan aún más las medidas preventivas, nombrándose “guardas de peste”, las mercancías que provenían de la capital eran incautadas, nadie sospechoso podía acceder a la ciudad sin un “boletín de sanidad” y a aquellos procedentes de Valencia se les pone en cuarentena. Unas medidas que muestran como la preocupación ya iba en aumento, debido a la detección de algunos casos en Benferri el 27 de noviembre.

El día de Nochebuena llegan noticias de la mejoría en la ciudad de Valencia, por lo que las medidas se relajan siendo recuperadas de nuevo, con mayor rigor aún cuando el 9 de enero de 1648 se declara la peste en Benferri, Granja y Cox, pueblo de la huerta de Orihuela. Será a primeros de febrero cuando en la propia ciudad de Orihuela comiencen a detectarse los primeros casos de la epidemia, transcendiendo los muros de la ciudad y llegando a oídos de Murcia, que en secreto envía médicos a inspeccionar a los enfermos.

Se trataba de peste bubónica, una peste que provenía de la capital del reino a través de las mercancías y los viajeros, siendo a su vez Orihuela el foco por el que se expandiría por el sur del Reino de Valencia hasta la ciudad de Alicante, y también desde donde se transportaría al Reino de Murcia. Una vez las noticias llegan a Valencia, la Real Audiencia de la cual dependía la gobernación de Orihuela nombra al médico Jacinto Martínez “comisario real” con plenos poderes, este establece una serie de normas y ordenes concernientes a la salud y curación de la ciudad.

alegoria

El surgimiento de estas órdenes va a ser muy importante, ya que, es a partir de este momento cuando las clases altas y burguesas de la ciudad comienzan a cambiar su actitud, que hasta el momento había sido serena y comienzan ahora a huir a las casas de la huerta, comienza a faltar personal para cuidar de los enfermos, los médicos huyen de la ciudad, comienzan a surgir disputas entre el Municipio y la Iglesia en lo concerniente a las pésimas condiciones en que se encuentran las enfermerías destinadas a los pobres (los cuales constituyen casi la totalidad de los enfermos), el alto número de muertos, la ausencia de enterradores, las intolerables condiciones de las barracas de los pobres, la negativa de algunos frailes a administrar sacramento junto con la muerte de alguno de ellos… todo esto va a provocar el surgimiento de una doble reacción, cuanto menos curiosa. Por un lado como se ha comentado la huida y por otro, la mejora en las condiciones materiales de los pobres al ser considerados incubación y foco de desarrollo de las epidemias. Se inician una serie de diligencias por parte del Municipio, a instancias del comisario real para mejorar las condiciones de los enfermos, que se encontraban hacinados y en unas condiciones que solo fomentaban la epidemia.

Resulta curioso como en este caso la Iglesia de Orihuela tuvo un papel muy secundario, sin estar acorde al potencial tonto humano como económico que atesoraba, no en vano el obispo de Mallorca mantuvo una mayor y continua preocupación para con la ciudad que el propio obispo de Orihuela, D. Juan de Osta. Lo que es indudable es que a nivel social la Iglesia oriolana no estuvo al nivel que era necesario.

Se va a producir una desintegración social total en la ciudad de Orihuela, abandonando la ciudad los cargos administrativos y políticos, los médicos, enterradores, etc. Una situación que se mantendrá hasta junio, con ciertos rebrotes, y que no se verá definitivamente finalidad hasta el 29 de agosto cuando se comunicó al Reino la salud de la ciudad y se efectuó el pregón público proclamando el fin de la epidemia.

La peste del 1648 dejó en Orihuela un alto número de muertes, pero no solo esto dejó, también dejó una ciudad abandonada por los cargos de la misma en los momentos de mayor necesidad y una Iglesia que no actuó en su labor social y de ayuda a los necesitados, una actitud que no se puede acusar a corto y largo plazo en los sucesos entre el Municipio y la Iglesia aunque la duda debe ser expuesta. También una muestra de cómo las clases más acomodadas de la ciudad fueron las que menos sintieron este suceso, y las que primero abandonaron la ciudad, y como las clases pobres fueron las más asoladas por la enfermedad aunque supuso una cierta mejoría en sus condiciones futuras.

 


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