Germana de Foix, es quizás el exponente político clave para entender el siglo XVI en la Ciudad y Reino de Valencia. Germana fue casada con Fernando II de Aragón o El Católico (viudo de Isabel un año) en 1505 contando con 53 años con la joven francesa de la Casa de Foix de apenas 18 años, en realidad la unión tuvo un eminente peso el acuerdo político que significaba el ratificar con un matrimonio los acuerdos de paz alcanzados en el Tratado de Blois con Luis XII de Francia, tío de Germana.
En el contrato tenía una interesante cláusula pues el monarca se comprometía a nombrar heredero al trono de Aragón a un posible hijo del matrimonio. El matrimonio levantaría las iras de la poderosa nobleza castellana, ya que vieron en él una maniobra política de Fernando para impedir que Felipe el Hermoso y su hija Juana heredasen la Corona de Aragón. El esperado hijo, Juan, nace en 1509 pero muere a las pocas horas de nacer, hasta que finalmente Fernando muere en 1516 obsesionado por obtener un heredero que lograra la separación de la Corona aragonesa y deja en su testamento a Germana una herencia de más de 50.000 florines anuales mientras fuera viuda y encomienda a su nieto Carlos que no la abandone pues: “no le queda, después de Dios, otro remedio sino sólo vos…”.
Fernando durante su mandato había contribuido a afianzar el poder regio en sus territorios creando la figura del virrey para Valencia, el cual fundía en una sola, las dos viejas instituciones medievales como eran la Lugartenencia General y el Virreinato, convirtiendo en permanente una institución transitoria y concibiéndola como el alter ego regio, acrecentando de esta forma el autoritarismo regio, representante del poder central frente a las Cortes como poder territorial. Germana desempeñó funciones políticas como Lugarteniente General de Aragón, Cataluña y Valencia, presidió las Cortes Generales de 1512 y en 1515 las Cortes Aragonesas.
Germana era una noble doncella cortesana, criada en la corte francesa, con gustos renacentistas influenciados por el ceremonial borgoñón y destacaba en las artes de la música, el canto y el baile, quizás ello junto con su belleza fuera lo que enamoraran al joven Carlos a su llegada a España en 1517 con apenas 17 años, que al conocer a su abuelastra, Germana de 29 años, se mostró caballeresco con ella, organizando juegos y banquetes en su honor y despertando una apasionada relación amorosa de la que nacería una hija, Isabel, aunque no fue reconocida oficialmente.
Germana acompaña como figura política destacada por la herencia de Fernando el Católico a Carlos I en la jura de los fueros en Zaragoza y Barcelona, pero el continuo aplazamiento de la venida del Rey a celebrar cortes y jurar Fueros en Valencia, probablemente por el escaso interés que demostraba hacia el Reino de Valencia acompañado de su coronación en Aquisgrán como Emperador, supuso entre otros muchos factores, el inicio de la Revuelta de las Germanías en Valencia. A todo esto, Carlos casa a Germana en 1519 con Fernando, Marqués de Brandemburgo, guardia del sequito personal de Carlos I, ocultando así los escarceos amorosos con su abuelastra.
Con la extinción de la revuelta en 1522, entra en escena Germana, pues tras la entrada del Virrey, Diego Hurtado de Mendoza en la Ciudad, comenzó una moderada represión con el perdón generalizado a la población valenciana, con la excepción de las cabezas más visibles de la revuelta que eran en torno a unos 50 individuos. A la muerte del Encubierto y con el fin de las germanías en el Reino es nombrada en 1523 Lugarteniente y Virreina de Valencia junto al Marqués de Brandemburgo nombrado Capitán General, instalándose en el Palacio Real y ordenando desde allí la brutal represión contra los agermanados.
Al poco tiempo quedaría viuda y Carlos I, en otra maniobra política, le uniría en matrimonio a Fernando de Aragón, Duque de Calabria, nombrando a ambos Virreyes y Lugartenientes Generales de Valencia desde donde ejercieron la brutal represión con un gobierno autoritario y arbitrista contra los agermanados tras la pacificación de la revuelta, personalmente Germana reconoció en sus escritos haber ordenado ejecutar a más de un centenar de personas en la ciudad, aunque crónicas coetáneas elevan el número de ejecuciones a más de 800 individuos considerados afines a la causa agermanada.
No solo reprimió con dureza y mano de hierro a los agermanados, sino que hizo frente a varios sucesos conflictivos durante su reinado, como fue hacer frente al bandolerismo y las luchas internas de poder nobiliario, a la piratería berberisca del norte de África, el endeudamiento de los nobles por la falta de siervos y rentas (a los que ayudó con una vasta refeudalización y empobrecimiento de campesinos libres, labradores o trabajadores del gremio que llevó a generar una sociedad eminentemente sierva de los señores), así como aplacar rebeliones de moriscos.
Germana de Foix gobernó hasta su muerte en 1538 con un gran talante autoritario y una crueldad extrema contra todo tipo de oposición, las ejecuciones dictadas por Germana fueron de forma intermitente a lo largo de su reinado, también impuso una serie de multas astronómicas y una feroz persecución contra los agermanados, cuyos bienes y los de sus familiares fueron confiscados y se emprendió un proceso de refeudalización de tierras incautadas en el cual colaboraron junto a Germana, los más altos nobles del Reino en apoderarse de las propiedades y tierras expropiadas.
Germana se excedió con las multas, algunas de entre 1-2 millones de ducados en conceptos de indemnización y daños causados, cantidades imposibles de pagar tanto a particulares como a gremios y gobiernos municipales implicados en la revuelta. Se dice en las crónicas que las propias horcas de madera de la Plaza del Mercado fueron sustituidas por horcas de piedra para soportar la macabra y abultada actividad represora.
Germana, muere a los 49 años de edad en una masía de Liria llamada el Espinar, que dejaba en manos de su marido, el Duque de Calabria, Fernando de Aragón, el virreinato de Valencia, todas sus posesiones y propiedades, así como a su hija Isabel, no reconocida por el Emperador, que dejó joyas y enseres de lujo como herencia.
Sus restos descansan en el Monasterio de San Miguel de los Reyes en Valencia, junto a los de su esposo, Fernando de Aragón, este grandioso monasterio fue mandado a construir por el propio Fernando tras la muerte de Germana para dar sepultura sus restos, la colosal obra comenzaron en 1548 y se prolongaron hasta el siglo XVIII.
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