Descartamos de entrada que podamos predecir el futuro, no somos videntes. Pero a partir de la experiencia histórica, de nuestro campo de visión histórico, realizar análisis o establecer esquemas que podrían repetirse en el futuro. Si un historiador afirma que el fascismo experimenta un auge en tiempos de crisis, es porque anteriormente se ha experimentado dicho proceso en un contexto de crisis. Ahora que estamos en crisis, ¿tiene que pasar lo mismo? En absoluto, pero podrían desarrollarse ciertos fenómenos o esquemas.
Cuando se dice que la Historia es cíclica o repetitiva o cuando se trata de prever el futuro, podemos caer en el error de considerar que como tras las crisis del 29 se produjo una gran guerra y se alzó el fascismo, ahora se reproduzca la misma película. Ni podemos afirmar que se va a producir una nueva gran guerra, ni que va a surgir un nuevo “enano austriaco con bigote con más cojones que el caballo del Espartero”. Pero si advertir que en tiempos de crisis crecen ciertas ideas totalitarias y se producen ciertos conflictos, con gran guerra y sin gran guerra, con enano y sin enano.
Esta pregunta nos lleva a otra que en ocasiones nos han planteado a lo largo de la carrera: ¿Qué hubiera pasado si fulano no gana las elecciones? o ¿Hubiera sucedido otra cosa si fulano gana la guerra en lugar de perderla? Pese a que un acontecimiento histórico puede estar cargado de azar y marcado por sus protagonistas, un proceso histórico que está determinado por una corriente ideológica va a desarrollar el mismo esquema, aunque las “batallitas” hubieran sido otras si no llega a existir el “enano de turno”. Por ejemplo, la lucha de clases sigue un esquema establecido, la existencia de conflictos sociales debido al antagonismo entre las clases dominadas y las dominantes. ¿En toda lucha de clases se reproducen los mismos acontecimientos o resultados? No. ¿La lucha de clases supone conflictos e intereses contrapuestos entre diferentes clases? Sí.
Este tipo de ejercicios o de reflexiones (¿Qué hubiera pasado si…?) han sido escasos a lo largo de la carrera. Y considero que son muy recomendables porque permite al estudiante sumergirse en las entrañas del proceso histórico, llegando a encontrar y a comprender su sustancia. Así ampliará su campo de visión, ya de por sí, más denso que el de otros científicos sociales, por el amplio espectro temporal que abarca.
Con esta reflexión llegamos a una pregunta que se planteó en clase durante el debate: ¿Se disfrazan los periodistas de historiadores en la actualidad? Responderé con otra pregunta: ¿Podemos los historiadores disfrazarnos de periodistas?
En una entrada anterior decía que todos deberíamos llevar un historiador dentro. Por lo que si el periodista (o cualquiera) se disfraza o realiza la labor del historiador, está en su completo derecho, siempre y cuando no falte al rigor y al método historiográfico. Al igual que el historiador puede aprovechar su amplio campo de visión para hacer periodismo, o para desarrollar otras ciencias sociales como la sociología, la politología o la antropología, así como beber de ellas para enriquecer su trabajo como historiador. Nuestra formación como historiadores hubiera sido más completa, si durante estos cinco años hubiéramos mirado con más interés a la filosofía y a las otras ciencias sociales. Sin embargo, ha sido algo residual y, en general, condenado a ser materia de asignaturas optativas.