(en la imagen: Bagdad, tropas estadounidenses contra yihadistas entrenados por Al-Qaeda)
Comparar épocas diferentes puede resultar poco riguroso si no establecemos unos límites al ejercicio de comparación. El ejercicio de comparación por parte del historiador debe centrarse en encontrar reminiscencias del pasado en el presente que todavía gocen de validez, o esas mismas reminiscencias en un momento posterior en el que todavía tuvieran validez; así como las diferencias de las épocas que estemos comparando.
No es un ejercicio que entrañe dificultades para un historiador. Ahora, si juzgamos y emitimos una sentencia estaremos extralimitándonos y podemos caer en el error y en la falta de rigor, porque no somos jueces. Nuestro papel, por mucha proyección social que tenga, es presentar pruebas en los juicios de la memoria colectiva. El historiador no tendría, por ejemplo, que condenar al régimen franquista y declararlo ilegítimo y genocida (personalmente e ideológicamente, sí). Pero si presentar las evidencias que podrían llevar a un tribunal y a la sociedad a considerar que durante el franquismo se produjeron crímenes de lesa humanidad, o las evidencias que ayudarían a la sociedad a recuperar su memoria.
Comparar épocas y juzgarlas nos puede conducir a otros errores si juzgamos, a generalizar y a etiquetar. A veces nos chirrían a los medievalistas comentarios como “es medieval” o “todavía estamos en la Edad Media” para referirse a aspectos oscuros, fanáticos y violentos, comentarios que realizan incluso nuestros compañeros de otras áreas. No es que el medievalista sea un cuentacuentos para niños que presente la imagen positiva de reyes salvando princesas y de trovadores cantando gestas. Porque no son más que clichés o etiquetas que colgamos como si fuera un sambenito,tanto si son positivos como negativos. Sin embargo, sí que podemos encontrar evidencias de origen medieval (o evidencias ya existentes en la Edad Media y originarias en la Antigüedad Clásica) que se proyectaron en épocas posteriores o que llegan hasta hoy.
Pero el principal error en el que podemos caer a la hora de comparar es el sensacionalismo. Estaríamos llevando la comparación a un extremo poco riguroso. ¿Podemos definir historiográficamente como Cruzadas los actuales conflictos en Oriente Próximo en los que está metido Estados Unidos? ¿Fueron Bush, Blair y Aznar una Cristiana Alianza contra el infiel musulmán? Alcanzar esas conclusiones impactarían al receptor, pero no tienen base alguna, porque el lenguaje y el contexto social, político, ideológico y religioso no es el mismo. Si que podría afirmarse, en líneas generales, que Oriente Próximo es un espacio geográfico que sufre graves conflictos tanto internos como venidos del exterior, así como un área con una tradicional presencia de las tres grandes religiones monoteístas, que dichos conflictos se remontan en el tiempo, y que las causas generales de dichos conflictos podrían ser los siguientes o estar determinados por…
Hayamos avanzado mucho o poco desde las Cruzadas, un historiador no puede establecer esas comparaciones (ya si metemos al 11-S, a Nostradamus, a profesores norteamericanos y a los OVNIS en el mismo puchero, ya tenemos un documental del actual Canal de Historia). Si nuestro objetivo fuera impactar a una audiencia con escaso nivel en el ámbito de la historia para que no cambie de canal lo conseguiríamos. Aun así, no habría que tomar por ignorante a la audiencia, y hacer programas de historia rigurosos pero a la vez atractivos, entretenidos y para todos los públicos.
Me ha gustado mucho el comentario y lo comparto. Cierto que no debemos caer en el error de juzgarlos o emitir sentencias, pero el hecho de comparar no es un mal método, creo que para una difusión a nivel tanto científico como para un público en general, es interesante el examen de establecer semejanzas y diferencias para un mejor entendimiento, enriquecimiento de la interpretación de los hechos, claro está sin manipular por una serie de intereses, ya sean políticos, económicos, sociales, religiosos, culturales…
Gracias por tu comentario, Diana. A lo mejor tendría que haber desarrollado más mi opinión sobre la comparación.
Me he centrado en mostrarme conservador a la hora de comparar épocas muy distanciadas en el tiempo y diferenciadas por la división en épocas que aplicamos. Perfectamente, a la hora de analizar, debemos comparar nuestro objeto de estudio con otros objetos, contemporáneos o no, así enriquecemos la explicación y podemos facilitar su comprensión. Por ejemplo, si nos referimos a la historia de España, compararla con la de los países de su entorno. Si estamos estudiando una civilización, compararla con otra, porque siempre se van a dar similitudes que van ligadas al ser humano, a su mentalidad y naturaleza, aunque sean de contextos culturales totalmente opuestos. Por poner ejemplos más concretos, la situación actual podemos compararla con la crisis del 29. Y centrándonos en España, incluso retroceder aun más en el tiempo, pero sin salirnos del marco de la “edad contemporánea”.
Ahora si me mostraría más prudente si tratara de comparar épocas más lejanas. Podríamos establecer un esquema, en el caso de que en ambas épocas se diera un contexto de decadencia o de auge. Pero ese esquema no sería más que una herramienta metodológica y superficial, previa a un ejercicio de comparación, que entrañaría más profundidad. Comparar la Edad Media,en el que todo giraba en torno al pensamiento cristiano, con el s. XX-XXI, en el que la laicidad y la secularización predominan sobre la tradición cristiana, sería difícil, porque son dos contextos opuestos en cuanto al pensamiento. Nuestro ejercicio de comparación quedaría reducido a remarcar la diferencias, y para mi eso ya no sería comparar. O tratar de comparar la sociedad feudal con la capitalista. Sí, dominados y dominantes, pero es que ese esquema se va a repetir siempre a lo largo de la historia. Para mi comparar sería tratar de encontrar los hilos de conexión entre ambas, por muy invisibles que sean.
PD: en conclusión, encontrando esos hilos y comparándolos, comprenderemos el presente.
Me ha quedado tan largo el anterior que bien podría ser una entrada…
jeje sí, casi que podía ser una entrada nueva. Estoy de acuerdo contigo. Es curioso hace poco hice alusión de forma muy breve de la crisis actual como podía “compararse” con el crack del 29.
Bueno yo no me voy a extender, sólo era comentar que me gustó tu entrada.