Debates en Clase (I)

–          ¿Consideras acertada y suficiente la definición sobre mentalidad que ofrece la RAE?

 La definición exacta que da la RAE es “Cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, a un pueblo, a una generación, etc.” Desde mi punto de vista es complicado hablar de mentalidades fuera del nivel individual. Dotar a un colectivo de una mentalidad es peligroso, ya que elimina su diversidad, y puede dar lugar a ciertos estereotipos. Otra cosa es que haya una mentalidad individual más extendida que otras, y en cada caso habría que estudiar los factores que así lo determinan.

 –          ¿Puede ser objetivo el estudio de lo subjetivo?

 Es una pregunta compleja. Un individuo no puede estudiar objetivamente los rasgos que él mismo valora y siente, es decir, hacia los que tiene una actitud subjetiva. Ahora, si se trata de rasgos subjetivos en personas totalmente externas, podría ser. El problema es considerar si existe algo totalmente objetivo, cosa que desde mi punto de vista es prácticamente imposible, por lo que ese estudio será objetivo en la medida que pueda serlo.

 –          ¿Cómo es la mentalidad del español en la actualidad? ¿Y hace 40 años? (Manera de pensar, de sentir, de imaginar y de actuar consciente o inconscientemente).

 Si partimos de mi respuesta en la primera pregunta, he de remitirme a la generalización de este concepto de mentalidad. En la actualidad yo creo que el español “medio” es pesimista, abierto, derrochador y “festero”, entre otras cosas. Hace cuarenta años, a finales de la dictadura, la sociedad en general era más conservadora (en temas como la homosexualidad o la libertad religiosa), pero probablemente también estuviese más concienciada políticamente, por la situación del momento.

 –          ¿Crees posible que un historiador llegue a empatizar con otros sujetos históricos?

 Sí, especialmente aquellos historiadores que se dedican específicamente a la realización de biografías de personajes determinados. Sin embargo, hay que pararse a pensar si esto es un aspecto positivo o negativo, ya que si empatizamos y nos ponemos en el lugar del personaje, comprendiendo su magnitud más humana, quizá estamos dejando de lado nuestra labor como historiador, que debemos de juzgar, con la perspectiva de la que disponemos hoy en día (uso de otras fuentes, etc.), ese proceso o ese personaje histórico.

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