Durante la Edad Media no ignoraban las obras y el pensamiento de la Antigüedad Clásica, pero solamente eran conocidas a “medias”. A “medias” porque llegaron mutiladas y deformadas. Mutiladas porque llegaron en su mayoría a través del análisis e imitación de los clásicos greco-latinos. Conocían a Homero a través de Virgilio y el estoicismo a través de Cicerón. Llegaban también mutiladas porque les faltaba una parte de la herencia latina: Plauto, Quintiliano, las cartas de Cicerón. También llegó deformada porque los traductores habían realizado unas traducciones mediocres, llenas de faltas e interpolaciones y nunca se aceptaron como tales ya que habían hecho sus propias interpretaciones para que se ajustaran y ayudaran a consolidar la ley.
Fue a partir de Petrarca (1304-1374) y Boccaccio (1313-1375) en el siglo XV, cuando comenzaron lentamente a “reconquistar” la herencia de los antiguos y dieron a conocer a Europa los manuscritos hasta entonces ignorados o poco conocidos. Plantearon las primeras reglas de la filosofía clásica, restituyeron lo latino, se integro la cultura occidental a través de traducciones latinas por medio de obras tan importantes como las de Homero, Herodoto y los trágicos.
En la segunda mitad del siglo XV, tuvo gran importancia la actividad de los círculos romano, florentino y veneciano que junto con la llegada a Italia de los griegos que huían de la invasión del turco, traían consigo a demás de numerosos manuscritos la enseñanza de la lengua.
El redescubrimiento de Platón y los neo-platónicos, permitó a Leonardo Bruni en 1421 traducir los Dialogos al latín, los progresos que se produjeron en el conocimiento del griego permitió que hubiera un incremento de hombres de letras que se interesaran a leerlos y estudiarlos. También dió lugar a que se empiece a estudiar a Plotino y los textos alejandrinos, los cuales ofrecían una visión mística de la filosofía de Platón, la cual resultaría apta para satisfacer las necesidades espirituales de un siglo profundamente religioso.
De igual importancia va a resultar para la ciencia que hasta ahora sólo se basada en Aristóteles.
El descubrimiento de las compilaciones bizantinas, supondría una gran revolución tanto para la ciencia como para la técnica. Las compilaciones de Plinio, Vegecio, Pitágoras, Tolomeo y Euclides, serían conocidas a partir de ahora integramente gracias a sus textos originales o también por las fieles traducciones.
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