La personalidad de Carlos V y su idea imperial

Lo más destacado de la personalidad de Carlos V es su extremada religiosidad, junto a su gran iniciativa personal, unida a un sentido caballeresco de la vida. La gran vocación de Carlos V como hombre fue ser soldado. Sin embargo, como estadista comprende que necesita la paz y la busca sinceramente.

El Emperador daba muestras cotidianas de su fe, pues oía misa diariamente, y hacía que su confesor le leyese la Biblia. En los momentos más difíciles acudía a la oración, como lo hizo antes de la batalla contra los Príncipes protestantes de la Liga de Schmalkalden. Otra muestra de esta religiosidad fue su peregrinación al santuario extremeño de Nuestra Señor de Guadalupe como su agradecimiento ante su victoria ante Francia.

En Carlos V se une el ideal caballeresco de una vida más bella fundada en la virtud y recompensada por la fama, con el ideal humanista de una vida “a la antigua” que tiene también un contenido ético-político. Por eso, como en cualquier caballero, la honra, la reputación y el cumplimiento de la palabra dada son esenciales para él.

Carlos van orley
Carlos según Van Orley

Cuando todavía no había aprendido a andar su padre ya le había hecho duque de Luxemburgo y caballero de la Orden del Toisón de Oro. El collar de esta orden será su más preciado objeto personal. En sus retratos aparecerá con el mismo. Esta Orden propugnaba un tipo ideal de humanismo, donde todas las virtudes caballerescas tenían cabida: el valor, la lealtad, la piedad, la sencillez.  Hay un fondo estético y una tendencia a la sublimación a través de una gloria caballeresca.

Este ideal de caballerosidad y sentimiento ético de la existencia es lo que le hace aspirar a la paz en la Cristiandad y a gobernar con justicia en sus reinos y señoríos. Dedicó toda su vida a la defensa de la unidad espiritual de Europa, exponiendo su vida como esforzado soldado y también como un infatigable viajero. Europa lo vio plantarse personalmente en Viena, para ahuyentar al Turco (1532), en Túnez, para combatir a Barbarroja (1535) o entrar en diversas ocasiones en Londres o París, para buscar la alianza de sus soberanos, Enrique VIII de Inglaterra o Francisco I de Francia.

Viajes de Carlos V (Museo Naval de Madrid)

Estos viajes son el motivo de otra de las características del Emperador: su cosmopolitismo y su don de lenguas. Carlos hablaba perfectamente el francés, el español y el italiano, y podía defenderse en alemán.

Os recomiendo visitar el siguiente enlace si os interesa saber más acerca de todos estos viajes:  http://www.cervantesvirtual.com/historia/CarlosV/5_3_foronda_1.shtml

Consecuencia de todas estas cualidades, es que en las decisiones importantes de su vida siempre nos encontraremos, en última instancia, con el soberano, no con sus ministros. Así ocurrió en la Dieta de Worms (1521), en las negociaciones de paz con Francisco I (1525-1526), en sus negociaciones con el Pontífice en Roma (1529), en la ofensiva de Túnez (1535) y también, cuando ha de enfrentarse con el protestantismo por la vía de las armas. Su abdicación también será una decisión personal.


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