Las fuerzas que se oponían a la idea imperial de Carlos V

Las fuerzas que se oponían a la idea imperial de Carlos V

En la época de Carlos V se vive gran tensión entre lo nuevo y lo antiguo, entre lo medieval y lo moderno. El Emperador quería promover su ideal imperial medieval en una cristiandad en paz. Pero se trataba de una utopía, pues pasará la mayor parte de su vida en guerra. Estamos en plena Edad Moderna, en la época del reforzamiento de los Estados y es lógico que, ante la gran acumulación de poder en manos del Emperador, sus vecinos se encontraran en un estado general de alarma que imposibilitó que la paz prevaleciera.

Carlos V tampoco pudo apoyarse en el Papa, en su papel de defensor de la religión católica, pues no tenía una autoridad consolidada en la Cristiandad. En realidad nunca se llevó bien con el Papado debido fundamentalmente a que al poseer el Ducado de Milán y el de Nápoles aprisionaba a los Estados Pontificios y, en general, estos prefirieron aliarse con Francia.

Frente al emperador se alzaron las fuerzas que caracterizaban la nueva época: los Estados nacionales, la reforma protestante y la tendencia democrática.

Si por algo se caracteriza la Edad Moderna es por la pugna existente entre dos concepciones políticas antagónicas: el ideal medieval de una iglesia y un imperio universales y el surgimiento de los modernos Estados nacionales, defensores de la idea de un equilibrio entre estados laicos.  Representados en este momento por la Francia de Francisco I, negaban jurídicamente el Imperio y no aceptaban que nadie interfiriera en su gobierno. Esta corriente de opinión fue encauzada por pensadores como Francisco de Vitoria.

En esta época se difundían por Europa corrientes democráticas para las cuales el principio de libertad no respondía a un concepto meramente caballeresco como el de los defensores del Imperio, sino a una exigencia muy concreta relativa a la posición del súbdito respecto a los poderes políticos. A esta línea de pensamiento responde el movimiento de las Comunidades y el pensamiento político de fray Alonso de Castrillo, autor del Tratado de República.

Pero la cuestión más trascedental de la Europa carolina, la que hará caer al Emperador será la reforma protestante. El problema había empezado en 1517, con la publicación de las 95 tesis de Lutero. La disidencia religiosa sirvió a los Príncipes alemanes para encauzar sus ambiciones independentistas.  Lutero encontró apoyos en Alemania por motivos de diversa índole: políticos (el incipiente nacionalismo alemán frente a la idea imperial), filosóficos (el humanismo laico frente a la cultura clerical), religiosos ( la necesidad de una vida religiosa más sincera, en contraposición con la corrupción de la curia romana y la jerarquía eclesiástica) y económicos (la oposición a que saliesen grandes sumas de dinero de Alemania hacia el Papado).

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Lutero en la Dieta de Worms

Todas estas fuerzas se opondrán a los deseos del emperador en alianza intermitente con el poderoso imperio otomano, que durante dos siglos será una nueva amenaza constante para Europa, el adversario al que más temió el emperador.


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