En esta breve entrada, me voy a centrar principalmente en que gracias a esos cambios posibles que se dieron como puertas hacia el siglo XV, y que he señalado en la primera entrada, debemos de saber que el aumento de la producción, tanto agrícola como artesanal, que fue muy favorable para esa recuperación, y que además se acompaña de una reanudación de los intercambios, que los desórdenes y la crisis económica habían afectado duramente.
Todo esto hace posible que se reanuden los tráficos tradicionales de la Europa medieval: importados principalmente por Venecia, los productos de Oriente llegan hasta los países nórdicos, junto con la sal y los vinos del oeste de Francia y las lanas españolas.
Gracias a la experiencia y organización perfeccionada de las firmas genovesas y florentinas, hace viable la conservación del primer puesto, tanto en el terreno comercial como en el financiero. Venecia se convirtió por tanto en una de las grandes potencias económicas de Europa, controlando las minas de plata y cobre de los dominios habsburgueses, prestando importantes sumas a los soberanos, asimismo abriendo oficinas en todo el continente. Es en este momento cuando los Médicis (poderosa e influyente familia de Florencia) que cambian el comercio y la Banca por la política y sus atractivos. Esta renovación general de las actividades alimenta, en este siglo XV, las arriesgadas empresas de los marinos y los descubridores.
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