Durante el verano de 2008 tuve la oportunidad de pasar el mes de agosto en Sella, localidad alicantina situada al costat de Benidorm y La Vila. El lugar conserva el encanto de lo auténtico y lo tradicional gracias a cierto pasotismo del turismo masificado de las poblaciones cercanas. Pero a su vez el lugar quiere darse a conocer en estos tiempos modernos para no condenarse al olvido. Las ferias de muestras organizadas por gente del pueblo son una manera de abrirse al forastero para acercarnos su cultura e intentar hacerse un hueco en el mercado. El dilema es evidente. Lo tranquilo, demasiado tranquilo a veces, del lugar choca con esta economía de hoy día que lo reduce todo al consumo, al turismo de fin de semana y a las prisas. Y una carretera en condiciones puede, yo creo que no, acabar con una forma de vida que, para muchos, pertenece al pasado. Lo que no es concebible es no tener en cuenta las posibilidades de internet, no dando a conocer estos eventos. Hoy día cualquier actividad dirigida a consumidores compulsivos debe estar en los buscadores para poder planificar los fines de semana como Dios manda. O quizá sea eso, no publicitarlo tanto, lo que mantenga ese sabor y olor a pan elaborado en horno de leña que ya justifica el viajecito y exige del ignorante cibernauta cierta iniciación.