Puediera parecer que los acontecimientos de los dos últimos meses relacionados con el movimiento #15M y la #spanishrevolution están generando un clima de agitación social en aumento en muchos ámbitos de la vida social. La situación actual es calificada por algunos como una crisis económica consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria y la gestión sociopolítica de los últimos años, unida a ataques especulativos contra el euro y la unidad europea, como mercado fundamentalmente. Mientras los bancos y las corporaciones financieras reciben cuantiosas inyecciones económicas para evitar su quiebra, miles de hipotecados ven como su vivienda es embargada por el banco con el visto bueno de una clase política caracterizada por una bajeza moral, ética y profesional sin precedentes. La ciudadanía ha comenzado a manifestarse y organizarse tímidamente. Parece que son los perroflautas oportunistas de siempre, que en cuanto reciban cuatro subvenciones para costearse sus vicios cesarán en sus utópicas reivindicaciones. Sin olvidar la confusión generada y la contaminación intencionada de muchos agentes sociales y políticos que intentarán arrebatarle su ideario.
Pero el actual marco de información y coordinación de la ciudadanía está generando nuevos movimientos sociales impensables hace unos pocos años. Los nuevos canales de comunicación están poniendo en evidencia a los medios tradicionales, prensa escrita y televisión fundamentalmente, que no están sabiendo o no quieren reaccionar ante el nuevo escenario digital. Los diarios y los periodistas están desconcertados, no saben por donde tirar. Los cambios son tan rápidos en el tiempo que a las corporaciones tradicionales encargadas de crear una opinión o dos opiniones enfrentadas, pero claras, a esas corporaciones les están saliendo competidores, en mucho casos anónimos, pero que unidos y organizados pueden comenzar a ejercer una influencia cada vez mayor sobre la conciencia de muchos pasivos consumidores.
Las imágenes difundidas en estos nuevos canales de comunicación durante las jornadas de huega en Grecia y durante el desalojo de la Plaça de Catalunya, en junio de 2011, muestran una desproporcionalidad y una brutalidad evidentes. Parece que el sistema mismo busca la agitación y la inestabilidad, el miedo de la población, la ira de los oprimidos, la confusión y el terror.
A pesar de parecer unos años tranquilos y prósperos, muchos países generan y mantienen unos conflictos armados con mucho disimulo pero muy vergonzosos para una sociedad civilizada. Incluso puede que estemos a las puertas de una nueva guerra en nuestro propio país. Una guerra silenciosa, de la información, una guerra psicológica. Pero en qué conflictos la información, la confusión y la traición no ha sido determinantes? Una guerra de clases privilegiadas contra el conjunto de la población cada ver más organizada y más formada.
Y es en este nuevo marco social donde se inscribe un nuevo movimiento que ha movilizado mucha más gente que las últimas manifestaciones y la última huelga general. La clave puede haber sido la participación y movilización de diferentes colectivos hasta ahora adormecidos, renegados o hastiados que en un contexto de no violencia han reivindicado una nueva ética política, porque la actual todos sabemos en qué terreno se mueve y se ha movido. No violencia y participación pueden ser la clave de una nueva conciencia colectiva, que puede sonar a una nueva religión, al fin del capitalismo salvaje o una nueva pero vieja ideología. La década se presenta intensa.