Felipe II, mecenas de las artes: Teatro

Felipe II, mecenas de las artes: Teatro

El teatro de la España de Felipe II fue el caldo de cultivo para el desarrollo del posterior teatro barroco.

Todavía hoy se tiene una imagen de Felipe II como rey opositor a estas artes en particular, pues era especialmente amante de la música, y la pintura, pero a pesar de esto, fue durante su reinado que se dieron las formas de expresión escénica y de literatura que darían lugar a la comedia barroca, y que más tarde se profesionalizaría convirtiéndose en un negocio empresarial.

Lo que no queda del todo claro es si este gran desarrollo del teatro se realizó a pesar de su fuerte indiferencia, o bien tomó una postura de oposición ante el teatro profesional mediante prohibiciones. Es posible que validemos la segunda teoría, pues durante sus últimos años de reinado efectuó multitud de interdicciones en las representaciones.

En cuanto a los orígenes de este teatro que se desarrolla bajo su reinado, algunos autores como Jorge Oleza sitúan sus bases en tres prácticas escénicas: La primera sería la práctica escénica cortesana, un teatro ceremonial privado que dejó de ser practicado durante la Edad Media y se desarrolló en el siglo XVI; después nos encontramos con la práctica escénica populista, encontrando su germen en los espectáculos juglarescos y el teatro religioso del siglo XV que se irá alejando progresivamente de la iglesia por obligación y exigencia de un público popular y unos autores que nada tenían que ver con ella, es decir, se transforma en espectáculo profano. Y finalmente un teatro erudito con una base humanista y derivada de las comedias renacentistas.

En la Corte de Carlos V, se realizaban los llamados  “torneos”, que eran representaciones de temática caballeresca con un complejo aparato escenográfico. Con motivo del nacimiento de Felipe II se organizó uno, así como a lo largo de su infancia, juventud y madurez. Queremos decir con esto que creció en un entorno y una atmósfera donde las representaciones teatrales eran habituales, y tal vez por ello las aborrecía y detestaba, sin embargo apreciaba el teatro cortesano italiano, representaciones lúdicas para el divertimiento de los nobles como “la fiesta del zapato” o “la mascarada de Noche de Reyes”.

No podemos decir tampoco que estuviera plenamente en contra de las representaciones, ya que sí se encargó de organizar obras teatrales tanto fuera como dentro de Palacio, para el contento de sus cortesanos y ciudadanos. Se trataba de un teatro populista. Montaban retablos y en ellos se realizaban autos como el que celebraron el día de su nacimiento, contando con la actuación de actores aficionados, mientras que las fiestas patronales, los autos del Corpus, las traslaciones de reliquias, etc, a las que Felipe II era muy aficionado, eran ocasiones para realizar espectáculos escénicos profesionales. Especialmente, en la fecha del Corpus, que coincidía con la estancia del monarca en “El Escorial” -mandado construir por él a Juan de Herrera- se preparaban allí autos a costa del ayuntamiento.

Quedan por destacar dos variedades del teatro populista que se desarrollaron ante la presencia del monarca siendo su escenario “El escorial”. Estos eran: un teatro realizado por cómicos profesionales, y otro de carácter humanista con una fuerte base religiosa que evolucionó hacia un teatro con actores profesionales y semiprofesionales, y temática profana. En éstas últimas, desde un principio, sus autores eran frailes, y eran catalogadas de “buenas y católicas”. La mayoría fueron escritas por Fray Miguel de Madrid, pero no debemos pensar que se trataba de sermones versificados, a pesar de tener un fuerte componente religioso y espiritual. Estas obras fueron escritas en latín, pero en su evolución se trasvasó a lenguas populares, convirtiéndose en un teatro más profano, pero que no sustituía su carácter religioso, sino que existía una simbiosis entre los dos, siendo malinterpretado o “no aceptado” por muchos. Pero a pesar de esto, esta mezcla religioso-secular se desarrolló sin más trabas, e incluso ayudó para el desarrollo del teatro comercial de los corrales donde las comedias de santos atrajeron mucho a los espectadores. Y aunque nos encontramos en un siglo de arraigada religiosidad, también se trata de la centuria de la evolución, los “experimentos”, la novedad, por lo tanto el teatro de contenido profano y populista consiguió su lugar de mucho éxito.

Debemos plantearnos una cuestión ¿Qué impulsó esa “euforia” de teatro? La demanda de ocio en las grandes ciudades, y en particular la ciudad de Madrid durante los años de reinado de Felipe II que estableció su corte allí, provocó una necesidad de satisfacer las ganas de diversión de las masas. Para los más desfavorecidos se realizaban, en los nuevos hospitales que comenzaban a surgir, obras teatrales: “los misterios sagrados”. El dinero que recaudaban con estas actuaciones iba destinado a las cofradías de socorro, y éstas lo dedicaban a la ayuda de pobres de la sociedad madrileña. También fue en esta época que comenzaron a construirse los primeros Corrales de Comedia en las principales ciudades.

En definitiva, podemos decir que esta actividad teatral, comercial y al fin y al cabo financiera mantuvieron de algún modo la sociedad del siglo XVI mediante funciones caritativas, creando una buena visión del monarca y de las artes –que solían dirigirse generalmente a los altos estamentos de la sociedad- generando el optimismo.

Felipe II no sólo no se negó a este desarrollo del teatro comercial, las comedias, y esta actividad teatral caritativa sino que ayudó y apoyó su impulso, aunque no olvidemos, como ya hemos dicho, que en los últimos años de su reinado reprimió y prohibió las representaciones de comedias, coincidiendo, y tal vez por esto, con una crisis general en el reino, la vejez, y el desánimo del monarca por la muerte de su cuarta esposa que le sumergió en una profunda tristeza y luto.

Felipe II

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