Teatro

El teatro inmediatamente anterior al del Siglo de Oro era heredero de las obras clásicas escritas en latín, un teatro humanístico que consistía en traducciones y adaptaciones de tragedias y comedias de autores grecolatinos, como Esquilo o Séneca, que alcanzaron su madurez durante este periodo dando lugar a una reinvención del teatro. Se sustituyó el latín por lenguas vulgares, realizando puestas en escena y tramas sencillas. Se produjo una evolución durante la época medieval que desembocó en una ruptura de ese teatro clásico en el Renacimiento, principalmente de la mano de Lope de Vega.

Nos centraremos en explicar, muy brevemente, cómo fue el teatro del Siglo de Oro español, quienes fueron sus principales artífices, y dónde y de qué manera se llevaban a cabo las representaciones, además de los diferentes géneros teatrales que nacieron o se desarrollaron durante esta época, y cuál era su finalidad y repercusión en la sociedad moderna.

Debemos tener muy en cuenta que tanto ahora como en el teatro de estos siglos, todas las obras teatrales, para ser representadas deben ser escritas antes, pero muchos textos han sido perdidos, y realmente no conocemos la cantidad de obras escritas que fueron puestas en escena. Es decir, se trataba de una obra literal ante todo.

Íntimamente ligados el teatro y la literatura, sus máximos representantes, es decir, escritores de obras enfocadas principalmente a su función teatral fueron Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, frente a otros menos conocidos como Antonio de Solís, pero ¿quién nos dice que no pudieron ser representadas muchas obras literarias, que hoy día conocemos como tal, como lo fueron las de Miguel de Cervantes?

El teatro del siglo de Oro se caracteriza por ser una producción literaria muy unida al público, quien recibe y disfruta el espectáculo a falta de poder leer directamente la obra escrita. Si no existe el público, todos los elementos del teatro pierden su sentido y su forma.

Debemos remarcar que en esta época el teatro se trataba de celebraciones cúlticas, religiosas, un rito que se desarrolla bajo reglas fijas. Este ordenamiento se produjo porque hasta el momento existían compañías no organizadas que representaban por impulso teatral, realizando obras regularmente a cambio de una paga, como en los corrales, que se trataba de un teatro más profano que seguirá perpetuándose durante estos siglos. Y aunque hemos dicho que el público lo entendemos como un elemento esencial que da el sentido final a la representación, durante el Siglo de Oro, se desarrollaron también géneros teatrales como el auto sacramental y la fiesta cortesana, donde el pueblo no participaba. Se trataba de obras destinadas al disfrute del monarca, donde el resto de espectadores quedaba en segundo plano, aunque no se prohibiera su asistencia. Es sobre todo en estos géneros que se aplican reglan formales y fijas que se repiten en la forma, como por ejemplo los actos, (tres en la comedia, uno en el auto sacramental…).

Los escenarios en que tenían lugar las representaciones teatrales eran determinados por el director de la obra, que debía trazar todo el aparato escénico, como la mecánica imprescindible para las mutaciones de escena. El pintor se encargaba de trabajar los paramentos con temple sobre grandes lienzos, además de toda la estética del vestuario de los actores, los accesorios o las máscaras. Se creaba un conjunto que plasmara visualmente lo que transmitía el texto. Destacaron entre estos artistas pintores como Juan de Barahona, o los italianos Julio César Semini y Angelo Nardo.

De este teatro conocemos y conservamos hoy en día obras tan importantes como El burlador de Sevilla, o El perro del hortelano. El teatro español de esta época tuvo una gran repercusión en toda la Europa moderna, convirtiéndose en una referencia, y causando una fuerte influencia, que, incluso, hoy en día el interés que suscita en el extranjero ha llevado a la realización de multitud de estudios.

En las próximas entradas iremos desarrollando características que nos ayudaran a entender nuestro teatro de los siglos XVI y XVII, del que disfrutaron nuestros antepasados, y que se convirtió en un pasatiempo que acercaba la cultura al pueblo demostrando empeño, esfuerzo y pasión, convirtiéndose esta época, para el arte, en nuestro Siglo de Oro.

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