El arte en la sociedad: Teatro

El arte en la sociedad: Teatro

A lo largo de la historia, en todo arte o actividad, se han realizado distinciones en relación al rango social, pero en el caso del Siglo de Oro no podemos hablar realmente de un teatro para el pueblo y otro para la corte. Aunque sí existían diversos géneros teatrales pensados, realizados y enfocados de manera diferente según su público nos encontramos aquí con un panorama algo especial.

Durante el reinado de Felipe II se produjo un fenómeno que hasta ahora no se había conocido en el ámbito artístico: la comercialización del arte, en este caso, del teatro. Es entonces cuando surge un teatro comercial que depende del público y responde a su demanda, podríamos decir que tal y como lo conocemos hoy en día.

El teatro se convierte en una actividad lucrativa en la que la masa espectadores podía acceder pagando una entrada. Esto tampoco quiere decir que estuviera al alcance de cualquier persona y dejara de realizarse teatro como capricho del noble o las instituciones. Entendemos que aquel que no tuviera poder adquisitivo tampoco podría asistir al teatro y por tanto sería un placer que en la mayoría de ocasiones se le negaría al pueblo llano. Aún así, no deja de ser una revolución en la historia del arte pues su acceso no iba a depender directamente del estatus social.

Esta revolución trajo consigo una ampliación de las temporadas teatrales, modificándose el calendario y realizándose obras también los días laborables. Se introdujo la mujer como actriz -pues hasta ahora los papeles femeninos eran representados por hombres disfrazados de mujer-, se produjo una tecnificación de los espacios teatrales y de la puesta en escena, y se nacionalizaron las compañías lo que aumentó sus presupuestos, procurándose así un alto poder económico. Todo esto dio lugar a un incremento de las representaciones, convirtiéndose en una actividad que conseguía grandes ingresos, capaz de dar de comer a muchas bocas.

Con la fuerte influencia de la comedia italiana en estos siglos se dio paso a un teatro más urbano y público. Es en este momento y por este motivo que surgieron los corrales de comedia, la actividad teatral más importante y singular del Siglo de Oro español, que iba clara y especialmente dirigida al disfrute y diversión de las masas. En sus comienzos, tenían lugar en los patios interiores de un conjunto de casas privadas, pero ante el éxito y demanda que motivaron, se comenzaron a construir edificios especialmente concebidos para estas representaciones.

Corral del Coliseo (Patio interior privado)

Las obras solían durar en el cartel uno o dos días, lo que significaría la existencia de un público fijo, satisfaciendo sus necesidades con una renovación frecuente de las obras teatrales. Los corrales se abarrotaban de gente, incluso horas antes del comienzo de la representación, pero ésta debía acabar antes del anochecer por motivos cívicos.

Ya a finales del siglo XVI, esta afición teatral se extendió más allá de las ciudades, llegando a las zonas rurales, donde las compañías teatrales aprovechaban las ferias y fiestas pueblerinas para llevar sus obras.

Teatro en zona rural

Esto no quiere decir que paralelamente no existiera un teatro pagado por los mecenas aristocráticos como serían el teatro cortesano, los autos y las danzas del Corpus, dirigido y reservado a la nobleza, donde el primer y único espectador importante era el monarca, quedando en segundo plano el público cortesano y el pueblo. Pero debemos saber que a comienzos del siglo XVII, impulsado seguramente por la envidia que suscitaban estas actividades más “pobres” de las que la plebe gozaba, se abandonaron los grandes salones, para construir coliseos en los Reales Sitios donde se imitarían las estructuras y representaciones de los corrales de comedia que tanto éxito habían tenido entre el pueblo en el siglo anterior.


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