Desde el monte Cook fuimos hace Dunedeen. Una pequeña paliza conduciendo, pero queríamos ver los pingüinos en la península de Otago. Llegamos a las 9 de la noche al extremo más alejado de la península (25km con una carretera muy, muy estrecha). Resulta que para ver pingüinos tiene que ser o por la mañana temprano o justo cuando oscurece, que es cuando vuelven a tierra para ir a sus nidos. Había mucha gente esperando y lo tienen todo muy preparado para verlo. Éramos más de 30 personas esperando y por fin, sobre las 9:40 de la noche, aparecieron los pingüinos, unos 20 en total. Salieron a la playa y nos dijeron que ahora irían hacia sus nidos. Subían por un sendero que al principio estaba oculto. No aparecían los condenados. Después de más de 20 minutos esperando (jolín, un pingüino es lento, pero tanto…) decidimos ir a cenar, que ya era hora. De camino hacia la caravana, por unas escaleras, casi piso a dos pingüinos. A menos de un metro de mí, reculando porque estaban asustados. Entonces vimos sus nidos, parecidos a los de los conejos, un agujero en la tierra. Vimos a unos cuatro o cinco de ellos. Y la gente esperando en la playa todavía a que aparecieran. No eran listos los pingüinos, nos habían hecho la cobra :-D.
Justo arriba de esa playa, donde dejamos la caravana, había una reserva natural de albatros, en unos acantilados. Decidimos pasar la noche ahí, puesto que ya no era hora para irnos a ningún sitio.
Península de Otago |