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01. Introducción

En 1995, tras la lectura de mi memoria de licenciatura, el profesor Mario Martínez Gomis me propuso como tema de tesis doctoral el análisis del impacto del cabildo catedralicio de Orihuela sobre dicha ciudad a lo largo de la Edad Moderna. Y me envió a la capital del Bajo Segura con la consigna de que empezara a consultar los libros de actas capitulares correspondientes al citado período. Una vez allí, el canónigo archivero, D. Agustín Sánchez Manzanares, me señaló la enorme colección de libros de actas, y me indicó el primero de ellos, en el Armario I, el libro nº 1, que llevaba por título «Papeles y bulas conducentes a la Catedralia». Comencé a revisarlo y de inmediato me di cuenta de que trataba sobre un pleito que enfrentaba al capítulo del Salvador y la ciudad de Orihuela contra la Iglesia de Cartagena y la ciudad de Murcia; un litigio que hundía sus raíces en la conquista conquista del sudeste peninsular a los musulmanes, y que tenía por objeto de discusión la creación del obispado de Orihuela a partir de determinados territorios que habían de ser segregados del de Cartagena.

La lectura de dicho libro me metió de lleno en un interesantísimo mundo de tensiones, enfrentamientos, espadas, cruces, viajes y embajadas; en un universo profundamente marcado por una controversia tan larga y tan enrevesada que más parecía la trama de una novela que una sucesión de acontecimientos puramente históricos. Por ello, con gran ilusión, decidí comentarle al director de la presente investigación la posibilidad de enfocar la tesis doctoral hacia el estudio de dicho Pleito, y de las consecuencias que pudo tener en la vida municipal de la ciudad de Orihuela en la Edad Moderna. El Dr. Martínez me contestó que tenía pensado orientarme hacia un análisis de las relaciones del citado cabildo con la sociedad oriolana del siglo XVIII. No obstante, al ver el interés que el tema me había suscitado, optó por cambiar de planes y me animó a comenzar el trabajo, no sin advertirme que estaba a punto de cometer una pequeña locura, pues me iba a ver inmerso en un hermético y repetitivo mare mágnum de latinajos y disposiciones legales.

Teniendo muy presentes sus palabras, volví a Orihuela y comencé a indagar sobre el Pleito, y al poco tiempo descubrí cuánta razón tenía D. Antonio Mestre cuando escribió que los archivos oriolanos aún reservaban muchas sorpresas para los historiadores. Nueve años después estaba empezando a comprobarlo.

Tras estos primeros momentos de toma de contacto, tanto mi director como yo decidimos dejar claro el objetivo fundamental de la investigación, que es el siguiente: analizar la evolución del Pleito del Obispado hasta su resolución en la Edad Moderna, a fin de conocer las repercusiones que dicho litigio tuvo para la sociedad oriolana y, más particularmente, para sus autoridades municipales.

A continuación, nos quisimos asegurar de que el estudio planteado, además de ser viable documentalmente, pudiese constituir una aportación útil para el conocimiento de la Historia de Orihuela durante la Edad Moderna. Y pronto nos convencimos de ambas circunstancias.

En primer lugar, tras sondear los principales fondos oriolanos (los archivos catedralicio y municipal), nos dimos cuenta de que la documentación relativa al Pleito era de tal volumen que, sin duda, podría servir para confeccionar, no uno, sino varios estudios de la magnitud de una tesis doctoral. Y ello sin consultar la documentación murciana.

Superada esta duda, nos dedicamos a buscar la bibliografía esencial sobre el tema. Y aunque no encontramos ningún trabajo de investigación reciente que lo tratase de un modo específico, sí hallamos una buena cantidad de libros y artículos de temática oriolana o eclesiástica que hacían referencia de una manera más o menos directa a la cuestión del obispado; algo que consideramos lógico, dada la enorme trascendencia histórica del proceso. Profundizando en el análisis de dichas obras, constatamos que la mayor parte de los autores habían bebido de una misma fuente, un breve estudio llamado Páginas de la Historia de Orihuela. El Pleito del Obispado. 1383-1564, que fue escrito en 1900 por el cronista J. R. Gea Martínez, utilizando la documentación existente en los archivos municipal y catedralicio de Orihuela. Gea realizó el primer estudio concreto sobre el Pleito y en ese punto radicó su éxito historiográfico. Los investigadores locales posteriores utilizaron casi siempre sus datos, sin preocuparse en exceso por comprobar su veracidad, y ello generó un buen número de ideas incorrectas acerca de la cuestión episcopal puesto que, conforme tuvimos la oportunidad de comprobar durante el transcurso de nuestras indagaciones, el cronista oriolano llevó a cabo su investigación siguiendo una metodología muy poco rigurosa, y el resultado fue un opúsculo escrito con un estilo narrativo que muy pronto quedó obsoleto, y muy poco fiable desde el punto de vista conceptual. No obstante, hemos de reconocer dos puntos a favor de la labor de Gea: su originalidad -fue, como hemos indicado, el primero y único durante mucho tiempo en estudiar el litigio-, y el hecho de que tuvo la oportunidad de consultar documentación que hoy, desgraciadamente, se considera perdida, de manera que su testimonio ha servido para que algunas informaciones nos hayan podido llegar.

Por otra parte, también llegó a nuestras manos otro estudio digno de ser destacado entre todos los demás tanto por la calidad de sus contenidos como porque no tomó como referente fundamental la obra de Gea. Se trata de un artículo titulado «La reorganización eclesiástica española del siglo XVI. I. Aragón y Cataluña», que apareció publicado en el nº 4 (1956) de la revista Anthologica Annua, y que redactó Demetrio Mansilla Reoyo, tras explorar concienzudamente los fondos documentales pontificios. Dicho trabajo hacía referencia, junto a otras cuestiones relacionadas con algunas de las diócesis establecidas en los territorios de la antigua Corona de Aragón, a la creación durante el Quinientos de algunos obispados, entre los que se hallaban los de Barbastro, Jaca, Albarracín, Teruel, Solsona, y también el de Orihuela. El artículo conectaba, asimismo, con otro trabajo del mismo autor titulado simplemente «La reorganización eclesiástica española del siglo XVI», en el que explicaba los cambios acaecidos en la geografía eclesiástica de Castilla y Navarra. Como podemos apreciar, Mansilla tenía en mente dar una visión de conjunto sobre esta cuestión para toda la Monarquía Hispánica. Y finalmente, después de mucho tiempo, consiguió hacer realidad su propósito ya que en 1994 el Instituto Español de Historia Eclesiástica, con sede en Roma, publicó su magna obra Geografía Eclesiástica de España. Estudio Histórico-Geográfico de las diócesis. No podemos poner ninguna objeción a los trabajos de Demetrio Mansilla. En nuestra opinión, están fundamentados sobre cimientos documentales sólidos, y ofrecen una precisión ciertamente loable. De cualquier manera, a los efectos que nos interesan, los del Pleito del Obispado de Orihuela, la obra de Mansilla presenta informaciones incompletas, ya que el insigne eclesiástico, enfrascado en su tarea de búsqueda documental en el Archivo Secreto Vaticano, no tuvo intención o tiempo de personarse en los archivos locales de Orihuela para complementar la visión que los textos romanos proporcionaban.

Acabada esta primera aproximación bibliográfica, llegamos a la conclusión de que se poseían muy pocos conocimientos ciertos o seguros sobre el multisecular Pleito, y convenimos la necesidad de acometer una urgente revisión de los mismos. Parecía evidente que las obras que trataban de alguna manera el Pleito resultaban a todas luces insuficientes para ofrecer una visión completa y razonada del proceso. Y por ello, nos propusimos llevar a cabo la investigación sin caer en los errores cometidos por Gea y Mansilla, esto es, siguiendo una metodología rigurosa y utilizando las fuentes oriolanas y las vaticanas.

Tras asegurarnos de la viabilidad y la utilidad del estudio, nos planteamos si el tema elegido era lo suficientemente importante como para hacerlo objeto de una tesis doctoral. Este dilema nos acompañó durante los primeros meses de trabajo. No obstante, pronto nos apercibimos de que los oriolanos aunaron sus esfuerzos durante más de 250 años en aras a conseguir la fundación de un obispado propio e independiente de Murcia. Y contaron para ello con el patrocinio constante de dos de las instituciones más representativas de la ciudad: la propia corporación municipal -que desde un primer momento apoyó las reivindicaciones secesionistas- y la iglesia del Salvador -que era la que había de constituirse en catedral y sede del obispado-. Ambos factores, la aspiración transmitida de generación en generación y el perenne apoyo institucional, venían a poner de manifiesto la enorme trascendencia que la cuestión episcopal debió tener para los habitantes de la ciudad del Bajo Segura durante los siglos XIV, XV y XVI. Y ello nos dio motivos más que suficientes para proseguir con las pesquisas. Además, con el paso del tiempo, la investigación nos permitió ver de una manera más clara que los contenidos de la tesis enlazaban con el creciente y generalizado interés por la Historia de la Iglesia, por el análisis de tan poderosa institución, de su poder socioeconómico, de su influencia cultural cotidiana, y de sus relaciones con el Estado y con las diferentes capas de la sociedad del Antiguo Régimen. Y, también, con otra línea historiográfica en auge, la de la Historia local perfilada desde múltiples perspectivas interrelacionadas. De esa manera, superamos todas nuestras dudas y creímos posible, útil e interesante dedicarnos a tan atractivo tema.

Y así comenzamos a revisar la documentación de los archivos más cercanos, el catedralicio y el municipal de Orihuela. En el primero de ellos, topamos con una norma impuesta de común acuerdo por los archiveros eclesiásticos españoles, para desgracia de los investigadores. No nos fue permitido realizar fotografías ni microfilmaciones de sus fondos, por lo que tuvimos que copiar in situ todos los libros y legajos que hacían referencia al Pleito del Obispado, en unas condiciones no muy alentadoras. Ello conllevó una inevitable ralentización de nuestro ritmo de trabajo. De cualquier forma, de dicho archivo pudimos trasladar varias recopilaciones documentales preparadas para ser utilizadas como soporte argumental de reivindicaciones, o para ser presentadas como prueba en las vistas del litigio; algunos legajos de documentos sueltos; varios libros de estatutos de la Santa Iglesia de Orihuela; algún cartulario; un par de crónicas más o menos coetáneas al desenlace del Pleito; y diversas bulas y breves de su riquísimo pero pésimamente conservado bulario. Gracias a esta documentación pudimos conocer cuál fue el papel jugado en las negociaciones episcopales por el capítulo del Salvador.

Afortunadamente, el trabajo en el Archivo Municipal, sito en la Biblioteca Pública Fernando de Loazes, fue mucho más satisfactorio. Su eficiente personal nos facilitó la tarea de búsqueda y nos ofreció la agradecidísima posibilidad de digitalizar toda la documentación que nos resultase interesante. Dicha circunstancia, unida a la riqueza de los fondos, nos ofreció la base necesaria para tratar de analizar el impacto que el litigio tuvo para la ciudad de Orihuela a lo largo de los siglos. Entre la documentación que quisimos digitalizar hemos de destacar el Libro Becerro de Privilegios, algunos Libros de procedimientos, diversos legajos de diferentes temáticas que contenían pasajes alusivos al Pleito, y, sobre todo, la serie documental que constituye el esqueleto de la presente tesis doctoral, los libros anuales de actas municipales, más conocidos como Contestadores. De esta gran colección, conseguimos que nos escanearan documentos de unos 40 volúmenes, y gracias a ellos, exclusivamente, hemos podido redactar muchos epígrafes del estudio.

Tras visitar ambos centros, solicitamos y recibimos una ayuda de la Universidad de Alicante para desplazarnos a Roma, a fin de consultar tres archivos que sabíamos guardaban información que nos habría de resultar imprescindible para la confección de la tesis. En primer lugar, visitamos el Archivio Segreto Vaticano, donde seguimos los pasos dados en la década de los ‘50 por D. Mansilla, y hallamos datos interesantísimos sobre los diferentes nombramientos de los obispos de Cartagena, las bulas de creación del obispado de Orihuela, los diversos rescriptos revocatorios en favor de la parte murciana, las diferentes vistas del Pleito en los tribunales de la Santa Sede Apostólica, la correspondencia entre la nunciatura española y los curiales, y las intervenciones de los embajadores españoles ante los sucesivos sumos pontífices, hasta llegar a la nominación del primer prelado de Orihuela, que fue el catedrático salmantino D. Gregorio Antonio Gallo de Andrade, en 1565. También tuvimos la oportunidad -única- de consultar los fondos bibliográficos de la Biblioteca Apostólica Vaticana. En ella pudimos acceder a una obra que, a la postre, acabó resultándonos utilísima, la Hierarchia Catholica de Van Gulik y Eubel, pues contenía datos sobre los diferentes obispos de Cartagena y Orihuela, así como referencias para llegar a ellos en el Archivo Secreto Vaticano. Asimismo, tuvimos a nuestra libre disposición un buen número de biografías de romanos pontífices, que nos sirvieron para conocer mejor a los papas que tuvieron una mayor influencia en el transcurso del Pleito del Obispado. La visita a estos ingentes centros del saber universal fue algo inolvidable.

Acabada la tarea en el Vaticano, nos dirigimos hacia la Iglesia de Santiago y Montserrat, con la intención de consultar en su archivo un códice, el nº 422, del que Mansilla hacía mención en su artículo. Dicho libro nos permitió copiar un par de rescriptos de interés, entre los que podemos destacar una copia de la minuta que sirvió para la redacción de la bula de erección de la iglesia catedral de Orihuela, bajo la invocación del Salvador. No obstante, lo más destacable de la visita a este recinto, sito en la Biblioteca del Instituto español de Historia eclesiástica de Roma, fue que conseguimos consultar un considerable número de obras antiguas que en España no habíamos conseguido localizar, pese a saber que existían. Además, hallamos muchos libros de interés, entre los que podemos señalar algún que otro episcopologio y varios índices de documentos, entre ellos uno firmado por Luciano Serrano que hacía referencia a los papeles del Archivo de la Embajada Española cerca de la Santa Sede, que había de ser nuestro próximo objetivo.

Dicha Embajada se halla en la Piazza di Spagna, y hacia allí nos encaminamos. Al solicitar el acceso a los fondos de su archivo, los funcionarios nos indicaron que su documentación fue trasladada hace unos años a Madrid, y que se halla a disposición de los investigadores en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. No obstante, nuestra visita no fue en balde, ya que, acto seguido, nos comentaron que allí, en el mismo edificio de la Embajada, conservaban una copia microfilmada de todo lo transportado por motivos de seguridad, de modo que pudimos consultar los siete primeros legajos de la serie. Y la suerte no dejó de acompañarnos, ya que, para nuestro solaz, nos permitieron utilizar una lectora-fotocopiadora y nos llevamos copias impresas de diversos documentos que ofrecían jugosísimas informaciones acerca de las gestiones diplomáticas que condujeron a la creación del obispado de Orihuela, a petición de Felipe II.

De esta manera, completamos prácticamente la recopilación de las fuentes documentales en las que se fundamenta la presente tesis doctoral. Pormenorizadamente, son las siguientes:

  1. A.C.O.

-Armario I:

+Libro nº 1, «Papeles y bulas conducentes a la Catedralia».

+Libro nº 2, «Copia del proces de la Cathredal de la Esglesia de Oriola».

-Armario IX.

+Legajo I, siglo XV.

+Legajo II, siglo XV.

+Legajo III, siglo XVI

+Legajo XX, parte 1ª.

Libro de cartas de Felipe II» (s/n).

-Armario X.

Estatutos originales de la Santa Iglesia de Orihuela».

+Libro nº 1092. «Erecsio de Colegial y Estatutos».

+Libro nº 1094. «Los actos de la ciudad de Orihuela sobre el obispado contra el cabildo de Cartagena en la ciudad de Murcia. Primera desmembracion».

+Libro nº 1095. «Autos de la segregación de Cartagena».

+Libro nº 1096. «Proceso Compulsorio sobre cosas tocantes a la ereccion y govierno de las rentas desta Sancta Yglesia».

+Libro nº 1097. «Fundamentum Ecclesiae Oriolensis».

+Libro nº 1104. ROXAS Y CONTRERAS, D. de: Diferentes instrumentos, bulas, y otros documentos pertenecientes a la dignidad episcopal y Santa Iglesia de Carthagena, y a todo su obispado, Madrid, 1756.

+Libro nº 1111. «Copia de bulas».

Papeles sueltos», caja I.

  1. A.E.E.S.S.

-Legajo I.

-Legajo IV.

-Legajo VI.

  1. A.M.O.

Libro Becerro de Privilegios.

-Libros Contestadores: 37 (1507-10), 37 bis (1509-10), 38 (1511-12), 39 (1513-15), 39A (1516-17), 39 bis (1518), 40 (1520), 41 (1521), 42 (1522), 43 (1523), 44 (1524), 45 (1525), 46 (1527), 47 ( cartulario 1527-1531), 48 (1528), 49 (1529), 50 (1530), 51 (1531), D2213 (1533), 52 (1534), 53 (1535), 54 (1536), 56 (1538), 57 (1540), 58 (1541), 59 (1542), 60 (1543), 61 (1544), 62 (1545), 63 (1546), 64 (1548), 65 (1549), 66 (1550), 67 (1553), 68 (1555), 69 (1557), 70 (1558), 71 (1559), 72 (1564), 73 (1565), 74 (1567), 75 (1569).

Libros de procedimientos 2208 (1434-1525), 2210 (1504-1593), 2211 bis (1522-1675).

-Otros libros: 1952 Procesos de Orihuela contra Cartagena y 2º Sínodo diocesano (1525-1560); 2031 Libro de Provisionales (1523-1617); 2033 Privilegios concedidos a Orihuela (1569-1690)

  1. A.S.M.

-Códice 422.

Y 5. A.S.V.

Archivio Concistoriale.

Acta Camerarii, 8, 9, 10, 11.

Acta Vicecancellarii, 5, 9, 10, 11.

Acta Miscellanea, 3, 8, 12, 14, 18, 19, 22, 45, 46, 49, 51.

Miscellanea. Arm. I-XV. Armadio XII, 145, 158.

Miscellanea. Arm. I-XV. Armadio XIII, 33.

Registri Vaticani, 367, 368, 378, 379, 512, 518, 1193, 1936.

Registri Lateranensi, 1214, 1253, 1293, 1659, 1730, 1758.

Camara Apostolica. Diversa Cameralia, 160, 220.

Archivum Arcis (Archivio di Castel Sant’Angelo).

Arm. I-XVIII, nº 3456, nº 3532.

Segreteria di Stato. Spagna, 2, 4, 6-I, 6-II, 8, 9, 12, 13, 14, 15-II, 17.

Una vez tuvimos en nuestro poder estas fuentes documentales, nos planteamos otra cuestión importante: cuál había de ser la metodología a seguir. La respuesta fue fácil de encontrar. De inmediato, emprendimos la tarea de leer la enorme cantidad de documentos que habíamos conseguido compilar, y rápidamente nos dimos cuenta de que la mejor manera de tratarlos era confeccionar «fichas» de cada uno de ellos, y en soporte informático para propiciar su más ágil manejo. En las citadas fichas incluimos las referencias de localización del documento (archivo, serie, libro, foliación), su datación, un amplio resumen conceptual, las citas literales que hallásemos interesantes o ilustrativas y, por último, todos los comentarios que el contenido del documento nos pudiese sugerir. La recopilación de todos estos niveles de datos nos permitió organizar la información surgida del análisis de la documentación de un modo sencillo y sistemático, y nos facilitó en gran medida los trabajos de reflexión, síntesis y redacción de la tesis doctoral.

Antes de pasar a conocer los contenidos del presente estudio, hemos de realizar una serie de precisiones. En primer lugar, queremos recalcar que en ningún momento pretendimos, al iniciar esta tesis doctoral, realizar un análisis exclusivo del proceso que llevó a la creación del obispado de Orihuela. Dada la magnitud del conflicto, únicamente nos planteamos estudiar el Pleito en su vertiente oriolana; ofrecer la visión que tuvieron de él los habitantes de la ciudad del Bajo Segura, y, en especial, sus autoridades municipales. Por ello, debemos contemplar la presente síntesis como una parte, la mitad de un trabajo inacabado, que requiere para su valoración y validación el complemento de un estudio similar que afronte la cuestión episcopal desde la óptica murciano-cartaginense, y que permita confirmar o desechar la mayor parte de las hipótesis y afirmaciones planteadas en esta tesis, de modo que el Pleito del Obispado pueda llegar a ser realmente conocido. Por ello, aportando este trabajo, animamos a los investigadores de la vecina ciudad de Murcia a que se decidan a estudiar este proceso histórico que tantos intereses suscitó a lo largo de su controvertida existencia.

También deseamos advertir que en todo momento hemos tratado de mantenernos al margen de cualquier parcialidad. Consideramos que el historiador no debe ser juez, ni tomar parte por ninguno de los protagonistas que participan en la historia que desea escribir. No obstante, hemos de reconocer como un defecto que en diferentes pasajes de la narración, el abundante uso de citas literales quizá pueda hacer pensar al lector que tomamos partida por Orihuela. Nada más lejos de nuestra intención. Son las propias voces de los oriolanos las que nos traicionan. Si decidimos pasar por alto el riesgo de caer en esta inconveniencia fue por tratar de hacer más amena la redacción, así como por intentar acercarnos al tradicional estilo narrativo de las crónicas.

Asimismo, hemos de hacer notar otra carencia que consideramos podrán hallar a lo largo del estudio. Probablemente, nuestro intento de reconstruir los acontecimientos descendiendo en muchas ocasiones hasta detalles anecdóticos nos pueda haber llevado a cometer algunos errores de interpretación. No obstante, creemos que estas incorrecciones son de poca importancia, y que ha valido la pena cometer dicha osadía pues el aludido modo de proceder nos ha permitido retratar determinadas situaciones, de carácter sorpresivo o incluso hilarante, que de otra manera habrían quedado fuera de la tesis doctoral.

Por otra parte, queremos hacer especial hincapié en que no deseamos que las repetitivas alusiones a las rivalidades, enemistades y enfrentamientos existentes entre oriolanos y murcianos -laicos o eclesiásticos- sirvan para traer a la memoria tiempos muy lejanos ya, en los que no tenían ningún protagonismo valores que hoy sí lo tienen como la tolerancia, el respeto, la hospitalidad y la buena vecindad entre ambas poblaciones. No podemos soportar la idea de que esta tesis pueda contribuir siquiera un ápice al empeoramiento de las relaciones entre las dos ciudades. Al contrario, preferimos pensar que su lectura podrá dar a conocer circunstancias que de ninguna manera deben volver a repetirse.

Otro objetivo secundario que nos gustaría cumplir, aunque no depende de nosotros, es que el presente trabajo pueda ser considerado como un punto de partida para el inicio de una serie de estudios relacionados con una nueva línea de investigación local que sería muy interesante desarrollar: la Historia de nuestra diócesis de Orihuela-Alicante.

Únicamente me queda, antes de comenzar a desarrollar la historia de la ciudad de Orihuela y el Pleito del Obispado, mostrar mi agradecimiento al Ministerio de Educación y Cultura, que tuvo a bien otorgarme una Beca Predoctoral, del Programa de Formación de Personal Investigador, en el Departamento de Historia Medieval y Moderna de la Universidad de Alicante, entre los años 1994 y 1997, que me permitió comenzar a preparar el presente trabajo. También he de extender mi gratitud a la citada Universidad por la ayuda que concedió para ir a Roma a finales de 1997. Y por último, al Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert» por becar la realización de esta tesis doctoral en su Convocatoria de Ayudas a la Investigación de 1999.