El Reino de Granada mantuvo estrechas relaciones con las poblaciones mudéjares de los reino cristianos. Así lo demuestra José Hinojosa Montalvo en un excelente trabajo sobre Desplazamientos de mudéjares valencianos entre la gobernación de Orihuela y Granada durante el siglo XV. La ruta legal.
Según este autor y en conformidad con la documentación que aporta, los desplazamiento a “ tierra de moros” era un hecho frecuente realizado por la población mudéjar del sur del Reino de Valencia. Estos viajes debían ser aprobados por las autoridades locales (el baile) y obtener el salvoconducto pertinente después de pagar unos impuestos especiales. Se firmaba ante notario un documento por el que el desplazado se comprometía a regresar, normalmente en el plazo de un año. El documento se sellaba con el depósito de una fianza. Viajaban gentes de toda condición, individuos solos o en grupo, incluso familias enteras.
El puerto de Alicante era el más habitual cuando el viaje se hacía en barco; y el destino generalmente era el puerto de Almería. Allí se desplazaban para comerciar y hacer negocios, o por simples cuestiones familiares. En otras, incluso, se aducían razones de estudio ( por la importancia de las madrasas granadinas) o de salud.
Cuando el viaje se hacía por tierra, el mudéjar estaba obligado a utilizar los caminos reales, por supuesto los impuestos por movilidad eran los mismos. Si se les encontraba en caminos menores eran considerados huidos y se les aplicaba la pena de cautiverio. Evidentemente no hay cifras sobre los desplazamientos clandestinos, que tuvieron que ser frecuentes en los momentos de mayor presión social. Los arrepentidos que deseaban regresar debían pedir el oportuno permiso y enfrentarse a una fuerte multa.
La población mudéjar en el reino de Valencia en el siglo XV no era mayoritaria, pero si de un gran peso en la economía. Esto explica los recelos del poder y la desconfianza ante las ansias de viajar de sus súbditos musulmanes. En cualquier caso las cifras que se recaudaban por impuestos de desplazamiento no eran desdeñables para las arcas del reino.