La guerra de Granada (1483-1492)

La Guerra de Granada es considerada por muchos analistas como la primera guerra moderna. Las razones de tal afirmación provienen de las novedades técnicas y tácticas que en ella se dieron. La caballería, fundamental en las contiendas medievales, tuvo aquí una menor relevancia. Se creó una nueva formación militar mixta compuesta por unidades de artillería e infantería que utilizaban picas y espingardas junto con arcabuces.

Se incorporaron un gran número de soldados mercenarios, sometidos a una disciplina militar diferente del código de honor feudal. Novedad fue la incorporación masiva de contingentes no combatientes, utilizados para mermar al enemigo arruinando o arrebatándole las cosechas (talas). Para el año 1483 se calcula que intervinieron un total de 30.000 obreros.

Por otra parte el contingente militar empleado superaba el hasta ahora empleado: 10.000 caballeros y 50.000 infantes. Acudieron milicias concejiles y miembros de la recién creada Santa Hermandad. Se construyeron 200 piezas de artillería para la ocasión, empleadas en el asedio de las plazas (la guerra se basó, prácticamente en el el asedio y la toma de ciudades; hubo muy pocas intervenciones en campo abierto).

La guerra fue declarada como cruzada por el papa Sixto IV. Así, la Iglesia participó activamente a través de la propaganda religiosa. Se concedieron bulas para la recaudación de dinero a cambio de prebendas espirituales ( absolución de los pecados, indulgencia plenaria, exención de ayunos). A los soldados se les vendía su cruz de cruzados por sólo dos maravedíes. El dinero que los padres trinitarios recogían para la liberación de esclavos cristianos, fue entonces empleado para sufragar la guerra. Otra importante aportación de la Iglesia fue la décima con la que gravaba las rentas de todos sus estamentos. Las ordenes militares más importantes, la de Santiago, la de Alcántara y la de Calatrava tuvieron también su aportación en el conflicto.

Otra forma de financiación de la guerra fueron los préstamos que la nobleza concedió a los reyes castellanos, principalmente los prestamos de el duque de Medinasidonia y el conde de Benavente. La cooperación vino también por parte de los ricos comerciantes del país o de instituciones como La Mesta. Los voluminosos gastos de la guerra afectaron a las minorias judias y mudéjares que vieron subir sus impuestos.

Terminada la guerra algunos nobles fueron recompensados con la entrega de tierras, si bien, la corona no pudo devolver le deuda por entero a los prestamistas. El papado también reclamó su parte.

Los temas de los romances fronterizos

En general el romance fronterizo alude a los hechos de armas protagonizados por los contendientes hispanomusulmanes e hispanocristianos en la llamada Banda Morisca. No siempre el tema es la guerra como en el famoso romance de Abenamar. Aquí la tradición se rompe y los protagonistas dialogan apaciblemente sobre las bellezas de la ciudad de Granada, en uno de los cantos más hermosos dirigidos a esta ciudad. Termina así :

si tu quisieses, Granada,
contigo me casaría;
darete en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.
– Casada soy, rey don Juan,
casada soy que no viuda.
El moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.

El romance de Los Caballeros de Moclín relata la algarada de los moros de Moclín contra las villas de Huelma y Alcalá. El hecho ocurrio en 1424 y convulsionó a la sociedad cristiana El mismo tema aparece en el romance de Sayabedra. En él se refleja la aparatosa derrota que sufrieron las tropas de don Juan de Saavedra, alcaide de Jimena de la Frontera, en la incursión que hicieron en el año 1448 cerca de Marbella, en Sierra Bermeja. Aquí la distorsión histórica es notable, don Juan de Saavedra es retratado como mártir de la fe cristiana, al morir en la contienda. La realidad es que su aventura fue guiada por la obtención de botín; fue hecho cautivo y liberado después.

Un tema habitual de los romances fronterizos es el asedio a poblaciones. En el romance de la toma de Antequera por el infante don Fernando ( futuro rey de Aragón) , se da noticia desde la perspectiva nazarí del curso de los acontecimientos.

 Las nuevas que, rey, sabrás
no son nuevas de alegría.
Que ese infante don Fernando
cercada tiene tu villa.
Muchos caballeros suyos
la combaten cada día

En otros romances el afamado don Rodrigo se enfrentará a los más intrépidos caudillos granadinos, Alatar o Albayaldos. La suerte en el combate será dispar, en ocasiones propicia al caballero castellano, en otras adversa. Renombre alcanzó, tambien, el héroe popular don Ponce de León, cuando recuperó el guante que una bella dama había arrojado al interior de una jaula de leones.

Innumerables son los romances que tratan la toma de Granada en 1492. Reproduzco un fragmento del Romance del Rey Chico, descubierto en la biblioteca de la universidad de Cracovia en los años 40. Aquí asistimos a la desesperación del último rey de Granada por la pérdida de su reino.

…” Bien es que como mujer
llore con gran agonía,
el que como caballeros
su estado no defendía”…

Romances fronterizos

Hay pocas dudas en considerar al romance como la contribución más importante de la literatura española a la literatura universal. En esta ocasión me ocuparé de aquellos que según la clasificación de Menéndez Pidal pertenecen a los romances fronterizos, y que a diferencia de los romances moriscos, relata hechos reales o ficticios acaecidos en la frontera castellano-granadina durante los siglos XIV y XV principalmente. En cualquier caso, su importancia para la historiografía es siempre relativa.

El romance viejo (frente al romance nuevo o literario más moderno) nace de la imaginación popular, que distorsiona la realidad en favor de lo emotivo. En ellos no encontramos, casi nunca, hazañas desmesuradas ni sucesos fantásticos. La alteración de la realidad histórica no supone renunciar al realismo narrativo, a un realismo descarnado propio del recio carácter castellano.

Los héroes no son siempre caballeros castellanos, ni mucho menos, moros y cristianos se alternan en el protagonismo; incluso en las diferentes versiones de un mismo romance. De igual manera se reparten las miserias y bondades de los personajes que en ocasiones aparecen dotados de una elevada carga emotiva, sin distinción del bando en que militan. Así, el romance puede partir desde la perspectiva del “ moro” derrotado, en un ejercicio de empatía difícil de encontrar en las crónicas de sus tiempo. Tanto es así que en ocasiones podríamos adjudicar la autoria de un romance a un individuo o colectivo andalusí. Efectivamente, cuando los prejuicios aparecen no caen siempre del mismo lado, lo que nos puede rebelar el espíritu de una época.

Por lo tanto, y es lo que quiero destacar, el romance se nos presenta como la manifestación espontánea de un pueblo, el castellano, a través del cual podemos intuir la percepción de aquellos sobre sus enemigos potenciales musulmanes.

Relaciones con mudéjares valencianos

El Reino de Granada mantuvo estrechas relaciones con las poblaciones mudéjares de los reino cristianos. Así lo demuestra José Hinojosa Montalvo en un excelente trabajo sobre Desplazamientos de mudéjares valencianos entre la gobernación de Orihuela y Granada durante el siglo XV. La ruta legal.

Según este autor y en conformidad con la documentación que aporta, los desplazamiento a “ tierra de moros” era un hecho frecuente realizado por la población mudéjar del sur del Reino de Valencia. Estos viajes debían ser aprobados por las autoridades locales (el baile) y obtener el salvoconducto pertinente después de pagar unos impuestos especiales. Se firmaba ante notario un documento por el que el desplazado se comprometía a regresar, normalmente en el plazo de un año. El documento se sellaba con el depósito de una fianza. Viajaban gentes de toda condición, individuos solos o en grupo, incluso familias enteras.

El puerto de Alicante era el más habitual cuando el viaje se hacía en barco; y el destino generalmente era el puerto de Almería. Allí se desplazaban para comerciar y hacer negocios, o por simples cuestiones familiares. En otras, incluso, se aducían razones de estudio ( por la importancia de las madrasas granadinas) o de salud.

Cuando el viaje se hacía por tierra, el mudéjar estaba obligado a utilizar los caminos reales, por supuesto los impuestos por movilidad eran los mismos. Si se les encontraba en caminos menores eran considerados huidos y se les aplicaba la pena de cautiverio. Evidentemente no hay cifras sobre los desplazamientos clandestinos, que tuvieron que ser frecuentes en los momentos de mayor presión social. Los arrepentidos que deseaban regresar debían pedir el oportuno permiso y enfrentarse a una fuerte multa.

La población mudéjar en el reino de Valencia en el siglo XV no era mayoritaria, pero si de un gran peso en la economía. Esto explica los recelos del poder y la desconfianza ante las ansias de viajar de sus súbditos musulmanes. En cualquier caso las cifras que se recaudaban por impuestos de desplazamiento no eran desdeñables para las arcas del reino.

La frontera

La larga frontera entre el Reino de Granada y Castilla es mucho más que una barrera física imaginaria que apenas puede dibujar sobre el mapa una línea estable. Es mucho más, porque allí, sobre el terreno, los seres humanos que la habitan se encuentran atrapados entre dos culturas antagónicas. Más allá de lo anecdótico, de lo heroico, existe una población que exhibe su mestizaje cultural sin complejos, ajena a la propaganda ideológica que las partes en conflicto tratan de imponer, una tierra de nadie, o mejor, una tierra de todos. Cronistas hispanomusulmanes e hispanocristianos se empeñan en demostrar, casi siempre subjetivamente, la justicia de sus actos, la bondad de sus acciones; pero ninguno puede ocultar, incluso conscientemente, las marcas que a lo largo de los siglos ha dejado el otro en él.

El intento de los cronistas e historiadores posteriores por descontaminar su historia se quedaría en las meras vacías palabras, si es que acaso éstas no estuvieran ya “contaminadas”.

La literatura popular, más ingenua, más sincera, nos muestra una realidad diferente, más compleja y más rica. Se trata de la complejidad de unas relaciones humanas que no puede ni quiere separar la paja del trigo. Ni siquiera se lo plantea.

Las fronteras son esos lugares indefinidos donde nada está del todo en el otro lado. Líneas ficticias que tratan de contener las diferencias, de conducir las conductas. Pero siempre fracasan, al final son las conductas las que modifican las fronteras.

Hoy reconocemos sobre el mapa una lista bastante amplia de municipios que incorporan a su nombre el término “ frontera”: Arcos de la Frontera, Morón de la Frontera, Jerez de la Frontera, Aguilar de la Frontera, Cortes de la frontera…. .Todas estas poblaciones tienen su origen en la creación en el siglo XIII de la Banda Morisca. Cada una tiene su particular historia en la medida que el azar les hizo estar más vinculadas a un lado que al otro.

La frontera o Banda Morisca arranca cerca del estrecho de Gibraltar, dirigiéndose después hacia la serranía de Ronda, hasta el río Guadalete. Cruza el río Guadalteba y Yeguas para adentrarse después en las estribaciones de las sierras de Cazorla, y Segura en territorio murciano. Culmina cerca de Águilas.

Se trataba, como ya se a dicho, de un lugar de fuerte intercambio comercial y de contacto multicultural. Zona de tránsito donde el cristiano se convierte en musulmán ( elche ), y donde el musulmán se hace cristiano ( tornadizo ) En este tipo de espacios el poder acostumbra dotarse de importantes estructuras defensivas, pero se relaja en cuanto a asuntos más cotidianos. Así las actividades económicas lícitas se ven acompañadas de otras que lo son menos. El negocio dirigido a la mera obtención de botín y el cautiverio de rehenes con los que mantener el negocio esclavista vino a socorrer las necesidades de aventureros y buscavidas, más interesados en el lucro que en defender doctrinas. Negociar la redención de esclavos se convirtió en un negocio próspero; algunos individuos poseían salvoconductos para circular libremente a ambos lados de la frontera, y negociar los rescates de prisioneros, eran los llamados egeas.

Castilla creó el cargo militar de Adelantado mayor de la frontera y se establecieron en ella las órdenes militares. Se mantuvo vivo el espíritu de cruzada y la yihad islámica, para entonces ya anacrónico en Europa.

El poblamiento

Por algunas razones ya esgrimida el Reino de Granada estuvo sobre poblado, así lo afirman fuentes granadinas y castellanas, si bien, la ciencia actual no lo confirma. Efectivamente, según el cálculo realizado por algunos especialistas la densidad de población sería similar a la de los demás reinos peninsulares, 10 habitantes por Km2, aproximadamente. Según las fuentes, El Reino de Granada contaría con una población estimada entre 300.000 y 400.000 habitantes repartidos sobre una superficie de 30.000 Km2. Es posible que la población flotante fuera muy abundante, habida cuenta de la importancia económica que alcanzó la región, sobre todo a partir del siglo XIV. La influencia de la larga frontera sobre el resto del territorio granadino sería otro factor a tomar en cuenta.

La ciudad de Granada fue una de las ciudades más importantes de la Europa alto medieval. A la prosperidad en economía hay que sumarle el auge en las ciencias, el arte y las letras, protagonizando un segundo periodo de esplendor, que la singularidad de la cultura andalusí proporcionó a la cultura árabe universal.

Granada debió contar con una población de 50.000 habitantes, siendo la más poblada del reino. La ciudad de Málaga contaría con unos 20.000 habitantes, mientras que otras poblaciones importantes como Almería, Ronda, Guadix o Baza alcanzarían los 10. 000 habitantes.

La población

El Reino de Granada era un mosaico de razas y religiones. Árabes, sirios, bereberes, muladíes, mozárabes judios e incluso negros. Los árabes y sirios eran los descendientes de los primeros conquistadores del siglo VIII. En cuanto a los bereberes, estos no dejaron de llegar desde la creación de Al-Ándalus. Los muladíes componían un grupo más complejo, pero que podemos simplificar definiéndolo como

el conjunto de familias hispanogodas que se convirtieron al Islam en su momento. Respecto a los mozárabes no parece que fueran ya muy numerosos. Tras los progroms de 1391( persecución de judíos) muchos judíos se refugiaron en el reino nazarita; su presencia era notable en las ciudades. La población negra estaba compuesta por los esclavos y sus descendientes. Cabría añadir un número importante de comerciantes extranjeros y de mudéjares en tránsito, así como los helches, cristianos islamizados integrados en el ejercito nazarí.

La aristocracia la conformaban las estirpes Arabes y sirias junto a las familias aristocráticas hispanogodas muladíes.

No hay espacio desolado ni yermo hasta el mismo límite donde las abejas tienen sus colmenas” (Ibn-Jatib)

El urbanismo nazarí

El urbanismo en el reino nazarí de Granada hay que encuadrarlo dentro del marco general del urbanismo musulmán. Las ciudades nazaríes poseían fuertes murallas, sobre todo las fronterizas, ya que las nuevas técnicas de la guerra ponían a prueba su solidez, en particular por el empleo de la artillería.

Las murallas se abrían al espacio circundante en lugares estratégicos a través de puertas. De esta forma campo y ciudad quedaban unidos. El lugar de verdadero intercambio entre el campo y la ciudad se encontraba en los zocos instalados en estos espacios. Los productos allí vendidos procedían, esencialmente , de las tierras circundantes a la ciudad, junto con algunos artículos elaborados en la ciudad. Por otra parte, los productos de la ciudad llegaban sin problemas a los asentamientos campesinos más lejanos e inaccesibles. En numerosas ocasiones se creaban nuevos núcleos habitados extramuros próximos a estas puertas, y que que una vez consolidados se volvían a cerrar con nuevas murallas. En ocasiones zocos y mercados periódicos aparecen entorno a estos accesos ( los impuestos dentro de las ciudades siempre son más elevados y con seguridad la población inmigrante preferiría instalarse o vender sus productos en estos lugares, por razones simplemente económicas ) Las ciudades documentan, en general, una ampliación notable en época nazarí, claramente producida por la inmigración desde áreas recientemente comquistadas por los castellanos y la represión posterior, en particular las represiones posteriores a las revueltas mudéjares de Andalucia en 1264; aunque hay autores que consideran que el auge de esta inmigración no justifica del todo el aumento del perímetro urbano. Está constatado que el arrabal granadino del Albaìcín se expandió como resultado de la inmigración.

La algorfa, por Suso Varea

Yusuf I y los palacios nazaríes (1332-1354)

Si recordamos a Yusuf I como el derrotado en la batalla del Salado ( 1340) justo es recordarlo también como el soberano que gobernó en la Alhambra en una de las épocas de mayor esplendor del sultanato. A él se le debe la inauguración de la primera universidad que tuvo Granada.

El arte nazarí, como todo el arte islámico en general, se realiza por mandato del sultán para exaltar su poder y corroborar su legitimidad. Por esta razón la residencia del sultán, la Alhambra, es foco creador y difusor de la artes. La Alhambra fortaleza, adquiere con Yusuf I una nueva función, la de morada para la vida palatina . Un espacio para el deleite de los sentidos: “! Di que es una fortaleza y a la vez una mansión para la alegría!”

Las austeras paredes, los oscuros techos y los suelos, son ahora engalanados con alicatado de azulejos, estucos y maderas labradas. Mientras en el exterior se mantienen las fuertes torres y los robustos muros.

Los toscos muros guardan con su fuerza los tesoros que esconde en el interior, como la áspera piel guarda el fruto delicado y sabroso,como colmenas los macasares cuelgan apiñados de los ángulos, y en los techos se anticipa el paraíso. No hay lugar para el vacío, y nada sobra. Los estucos asemejan el primor de los encajes, la filigrana del orfebre sobre los arco. Mientras todo se sostiene sobre frágiles columnas.

Los patios son ventanas por donde su cuelan la luna y las estrellas de los poetas ( los mismos poetas que le tatuaron cartas de amor sobre sus muros), y las fuentes son espejos para capturarlas. Pero, por si acaso, el arrullo de las palomas, el murmullo del agua, el aleteo de las hojas, nos recordará la presencia de una belleza más próxima, y más fugaz.

Las ciudades nazaríes

En un principio destacar el papel primordial de la ciudad en el reino nazarita, como lo fue en los espacios islámicos medievales. En la ciudad reside el sultán o sus representantes, en ella se imparte justicia y se resuelven cuestiones administrativas. Es también el lugar donde es posible la promoción personal y el enriquecimiento.

La elección de Granada como residencia del sultán y centro político del Reino de Granada obedece, entre otros, a las posibilidades de explotación del territorio que ofrece la ciudad. La antigua Madinat Ilbira, su predecesora, tenía graves deficiencias de aporte hídrico, esta deficiencia se subsanará con el nuevo emplazamieto y del que se verá favorecida por los aportes del Darro y del Genil, además de la acequia de Ainadamar ( siglo XI ). La vocación agrícola del nuevo poder político se hace patente en la elección de un lugar próximo a la Vega de Granada para su consolidarización, un lugar que se encontraría ya ocupado de forma efectiva y puesta en explotación.

La ciudad en el ámbito nazarí destaca, sobre todo, por su interés en controlar el espacio periurbano agrícola. Gran parte de los sectores urbanos basaban su riqueza en las explotaciones agrícolas del territorio. Desde este punto de vista, la topografía de las ciudades y su crecimiento ha estado supeditado al interés urbano por controlar el medio rural más cercano. Si bien la división entre el espacio agrícola y espacio urbano están nítidamente separados en otros lugares, en otros lugares como Granada queda más diluido.

Es una ciudad a la que rodean los jardines como si fuese el bozo en un bello rostro adolescente” ( Ibn Jatib)

Efemérides agrícolas

El campesino musulmán se topó, desde un principio, con un grave problema: el calendario musulmán inspirado, como el calendario judío, en los ciclos lunares, no era apropiado para regular las tareas agrícolas, las cuales dependen de los ciclos estacionales. Según esta forma de calendario la fechas son móviles respecto de las estaciones ( es decir, no coincide con los ciclos solares que son en definitiva los ciclos de la naturaleza) El Islam nació en la Meca, una ciudad de comerciantes y mercaderes poco preocupados por los asuntos agrícolas.

Habitualmente este tipo de problemas suele resolverse con alguna forma de sincretismo cultural. En Granada se celebraba el solsticio de verano aprovechando la festividad cristiana de S,Juan, el 24 de junio, que marcaba el comienzo del verano. Recibía el nombre de Pascua de Ansa que conmemoraba la natividad de Juan Bautista.

Según documentos anteriores al siglo XIII en el cerro que domina el Albaicín había una ermita cristiana, una fuente y un olivo. Al despertar el sol en tal fecha, aumentaba el caudal de la fuente y florecía el olivo. A medida que trascurría el día se veía nacer y crecer las olivas, y la muchedumbre que subía en romería al monte “ Tomaban cuanto pueden de aquellas aceitunas y de aquel agua, guardando lo uno y lo otro para sus remedios, y así se consigue entre ellos grandes beneficios “.

( actualmente se sigue celebrando la romería en honor del arcángel Miguel).

Es destacable el hallazgo de un calendario manuscrito granadino, que ilumina ciertos aspectos de la vida popular de los últimos tiempos de la Granada nazarí. Aunque el calendario está incompleto se pueden establecer algunas relaciones de permanencia de festividades cristianas como las del 1 y el 6 de enero. Dice el poeta Al-Jatib: “ Los días festivos son hermosos de ver en esta ciudad, dando lugar a la composición de versos y poesías, resonando el canto por todas partes, y hasta en los bazares, donde concurre gran muchedumbre de jóvenes”. Añade, además, que se comía pan de trigo, frutas y frutos secos. Una imagen menos idílica la ofrecen otras fuentes donde añaden que era habitual el consumo de vino, el juego de cañas o el antecedente de las corridas de toros.

Si bien la lucha contra toros u otras bestias se constata en la península con la cultura greco- latina, en Al-Ándalus se celebraban corridas de toros, en un ejercicio de asimilación cultural de la cultura árabe.

Las espadas jinetas nazaríes

Las espadas jinetas nazaríes eran un tipo de espada de producción genuina nazarí, pero cuya fama traspasa el ámbito territorial y cronológico de este sultanato. Joya de la artesanía nazarí por la riqueza de sus materiales y las técnicas utilizadas. Alfonso XI recibió una de estas espadas de regalo, por parte de Muhammed IV. Una espada con la vaina recubierta de chapas de oro e incrustaciones de esmeraldas, rubíes y zafiros .

Artes industriales (la seda)

La introducción del gusano de seda en Al-Ándalus se produce en el mismo momento que la conquista árabe de la Península. Desde un principio la industria de la seda y las actividades profesionales relacionadas con ella, tuvieron un peso relevante en la economía andalusí, sobretodo en el Califato de Córdoba y después en el Reino Nazarí de Granada.

Desde el cultivo del gusano de la seda hasta la confección de los ricos tejidos y su comercialización se produce un largo y complejo proceso, en el que intervienen un buen número de oficios y artes que fueron medio de subsistencia de una parte importante de la población granadina.

El moral era un árbol habitual en las parcela, y en Las Alpujarras formaban un extenso bosque ( la morera fue introducida siglos más tarde por los castellanos). La labor de selección durante siglos de los sericicultores árabes, produjo variedades de gusano de gran productividad y resistencia a las enfermedades. Los Galera, los Sierra Morena o los Almería alcanzaron gran prestigio.

Los capullos se obtenían en verano y se hilaban en invierno. Era el momento de los torcedores y tintoreros ( el gremio de los torcedores era uno de los más importantes), después el hilo pasaba a los telares donde se obtenían los tafetanes, damascos y terciopelos. Gran parte de estos paños era comercializada en los mercados italianos, y a través de estos por el Mediterráneo oriental y el centro de Europa.

Los Sastres y bordadores confeccionaban las prendas para el consumo interno : medias, guantes, fajas, gorras, ropa interior femenina, ropa de cama, vestidos de boda, estandartes o forros para ataúdes, dirigido a el que pudiera pagarlo. La Corte nazarí disponía de sus propias fábricas, situadas en la ciudad de Granada, donde se confeccionaban trajes de gran valor; destinados para regalos diplomáticos.

Por la calidad de su seda, la pureza y resistencia de los tintes y su hechizo ornamental, los paños y prendas nazaríes gozaron de un gran prestigio internacional. Las policromías, hojas, escudetes, motivos geométricos y animales añadían a la calidad del género el genio y el carácter de una cultura árabe pero también hispana.

La alcaicería, por Suso Varea

El agua

El agua era el elemento más preciado entre los árabes, estando ligada especialmente a la divinidad. El agua precede a la creación, los seres vivos nacen de ella y Allah tiene allí su trono. Su utilización seguiría, obviamente, unas normas generales islámicas, pero también otras ligadas a la comunidad que la gestiona.

Para entender la agricultura de regadío hay que empezar señalando que en el reino nazarí la tierra irrigada tiene un valor muy superior al secano. Es decir, el agua determinaba el valor de la tierra y que como hemos visto más arriba también el tipo de propiedad: apropiadas y no apropiadas. Esto significa que una tierra no apropiada podía pasar a ser apropiada si se la dotaba de un sistema de regadío.

Las normas generales atienden a un factor fundamental como es el caudal disponible. Si se trata de un río grande la capacidad de extraer agua de él pertenece a cualquier musulmán. En el caso de caudales medianos, pero con suficiente caudal como para no necesitar la construcción de azudes o presas, el derecho pertenece en primer lugar a los ribereños y en segundo lugar a aquellos que están más alejados de la orilla. Finalmente en los ríos con escaso caudal era imprescindible la implantación de reglas de uso. En este caso los criterios de utilización queda limitado a los márgenes. La preferencia en el riego se establecía de arriba a bajo. Los pozos, qanats y fuentes artificiales se aceptaba que fueran de propiedad privada, aunque limitado en sus derechos por criterios de necesidad pública.

Las normas de asignación de los turnos de riego era establecida por la propia aljama de común acuerdo, ya que en general los vecinos eran copropietarios del agua. En este punto las normas de utilización podrían ser muy variadas, en las que para establecer su criterio intervendrían factores de antigüedad o de carácter gentilicio, entre otros. Algunas investigaciones apuntan a que la consideración del grupo familiar como criterio de distribución de los turnos abrigaría al grupo parental a mantener sus tierras unidas; utilizando para ello diversas estrategias como la de no entregar dote inmobiliaria a las mujeres.

Ahora bien, el sistema se haría inestable en la medida que se produjera la fragmentación del patrimonio y la disposición de lotes se hiciera excesiva. Así en áreas no clánicas, sino más individualizadas, correspondería la asignación por pago por parcelas de arriba abajo. Esta última sería la forma más habitual en el reino nazarí, ya que los grupos familiares habían perdido cierto vigor respecto a épocas pasadas

Los turnos podían venderse, si bien este procedimiento se generalizó después de la conquista de Granada, cuando se produjo la acumulación de tierras en pocas manos.

Organización del espacio agrícola

En primer lugar cada área el regadío, el secano y el monte son complementarios la una de la otra, económica y jurídicamente hablando.

El territorio de cada alquería estaba formado por dos tipos de tierras: las apropiadas (mamluka) y las no apropiadas (mubaha ). Las tierras no apropiadas se dividían a su vez en comunales ( harim ) y las tierras muertas ( mawat ). El harim u tierra comunal es un espacio del que se adueña la comunidad para el acopio de leña, madera, frutos silvestres, carbón, caza, pastos para el ganado, etc. Este espacio comunal no podía ser enajenado individualmente. En cuanto a las tierras muertas al no ser de nadie eran susceptibles de apropiación.

En general, a pesar de que cada aldea disponía de un harim, había libre acceso a él por parte de las otras alquerías vecinas, en particular para el ejercicio del pastoreo. Quizás, siguiendo el hadiz que dice: “La hierba, el agua y el fuego son comunes a todos los musulmanes”.

Las tierra de nadie o mawat eran apropiables por vivificación. Estas tierras inicialmente eran propiedad de Dios, pero podían ser adquiridas individualmente bajo ciertas condiciones: no podían ser vendidas y se perdían si se abandonaba su cultivo durante tres años. Este sistema de propiedad, en contraste con el sistema de feudos, garantizaba la libertad del campesino ya que podía disponer de un territorio con el que poder subsistir. Por otra parte, suponía una mayor extensión de las tierras roturadas

Las tierra manluka eran las auténticamente apropiadas, objeto de compra-venta y herencia (como hemos visto las tierras mubaha vivificadas no podían alcanzar este estado jurídico).Se ubicaban en las cercanías de las alquerías y posiblemente coincidían con el regadío.

Se sabe que la parcelación era muy pequeña (en Almuñecar el 90% es inferior a 4 marjales ). En cuanto a la propiedad de la tierra la pequeña era la más extendida (en Almuñecar los propietarios disponen de haciendas inferiores a 7 marjales. En general esta pequeña propiedad estaba dedicada al policultivo que garantizaba el autoconsumo. No obstante el excedente era llevado para su venta a pequeños mercados semanales que existían en el ámbito rural.

Esto no significa que la gran propiedad estuviese ausente. El rey es un gran propietario. Ya el segundo rey de la dinastía nazarí Muhammad II se dedicó a la vivificación de tierras para aumentar su patrimonio, con el propósito de tener una fuente de financiación y evitar recurrir a los impuestos (lo que resultaba problemático cuando se aplicaba a los musulmanes de pleno derecho).

Aterrazamiento, por Suso Varea

Agricultura nazarí. Aspectos generales

El Reino Nazarí subsistió durante más de 250 años en un entorno hostil. Muchos son los factores que le permitieron conservar su independencia. Entre ellos, la economía fue un factor de capital importancia, sobretodo la explotación de los recursos agrícolas la cual se vio favorecida por unas condiciones climáticas excepcionales, un conocimiento ancestral de las técnicas agrícolas y unas políticas apropiadas.

Buena parte del territorio nazarí se extendía sobre la región de Al-Sharq. Sus excelentes condiciones climáticas junto a la habilidad y conocimientos agropecuarios que tradicionalmente conservaron los musulmanes, permitieron el desarrollo de una agricultura que aseguraba el mantenimiento de una población en aumento.

La presión de los reinos cristianos provocó la llegada masiva de contingentes musulmanes y judíos una vez que sus tierras eran conquistadas. Esta circunstancia propició un interés especial por las explotaciones agrícolas y ganaderas del territorio, que en su mayor parte fueron dirigidas al consumo interno.

En las tierras de secano se cultivaron los cereales, así como el olivo, el almendro, las higueras y la vid de forma extensiva. Allí donde las posibilidades de humedad y temperatura lo permitían la producción se dirigió de forma intensiva al cultivo de árboles frutales (perales, manzanos, cítricos y otros muchos). Las hortalizas y legumbres que formaban parte de la dieta del musulmán, en mayor medida que en la de los cristianos europeos (basada en la triada del trigo, la vid y la carne), fueron gracias a las técnicas de regadío (acequias, aljibes, norias, qanats, etc.) asimiladas en su contacto con las diferentes culturas, ampliamente cultivadas. Numerosas especies vegetales fueron introducidas ya desde el siglo VIII para satisfacer las necesidades alimentarias de un musulmán, pero también las destinadas a la medicina y a la industria. En el Reino de Granada fue de capital importancia la explotación intensiva de la caña de azúcar y el moral (la morera fue introducida mucho más tarde) para la obtención de la seda..

La introducción de nuevas plantas de origen tropical y subtropical hacen imprescindible un sistema de regadío para su reproducción y explotación. Posteriormente fue introducido para el riego de especies de secano (cereal, vid ) que tradicionalmente dependía de las lluvias estacionales y que ahora garantizaban la cosecha. El sistema de regadío fue imprescindible para la economía nazarí dadas las limitaciones de los acuíferos. Así fue posible obtener un mejor rendimiento de la tierra, en especial sobre los cereales, pero también en la vid, el almendro o la higuera para la obtención de frutos secos y pasas.

Desde hace algunas décadas la comarca malagueña de la Axarquía ha orientado su agricultura hacia especies tropicales como el mango y el aguacate, y se ha reemplazado el cultivo de la uva para la producción de pasas, cuya actividad se remonta al periodo nazarí.

Un drama romántico

El final del Reino de Granada inspiró desde muy temprano a escritores y poetas, que recrearon en su imaginación un tiempo que bien pudiera haber sido así. Un tiempo que ojala hubiese sido así. Desde la perspectiva temporal, el pasado viene a socorrer nuestras anodinas vidas y nuestras frustraciones del presente. Evasión o melancolía por un tiempo que no vivimos nosotros, pero que sí lo hicieron otros. Ilusión o realidad, que más da. Posiblemente no sea ni lo uno ni lo otro y los actores de aquel drama se sintieran tan anodinos como nosotros, pero lo importante es que creemos, que deseamos que fuera como nos lo imaginamos : un lugar, un tiempo donde la lucha por la vida no consistía esencialmente en mantener engrosada una cuenta corriente en un banco.

El romántico siempre se pone de lado del perdedor (es una fatalidad buscada) para inspirarse en sus desgracias, para conmoverse; como Washintong Irwing al contar el melancólico ocaso del reino nazarí. Desmiente la historia oficial y la convierte en leyenda al hacernos descubrir que en el drama hubo dos protagonistas, y los dos salieron perdiendo.

En 1506, Ginés Pérez de Hita contó la Historia de los bandos de los Zegríes y Abencerrajes:

Abulhasan estaba casado con su prima Aixa, llamada la Horra (la honesta). Habían tenido dos hijos , de los cuales el mayor era el Boabdil de las crónicas cristianas. Durante una algarada en el la frontera fue hecha cautiva la bella hija del conde don Sancho Jiménez de Solís, alcaide de Martos. El ya viejo Abulhasan se enamoró apasionadamente de la joven cautiva, esto provocó un verdadero drama en el harem y Aixa fue expulsada de la Alhambra. El lugar de Aixa fue ocupado por doña Isabel de Solís, la cual reino con el nombre de Zoraya. Mas, Aixa conspiró y finalmente pudo restituir a su hijo en el trono de Granada.

Éramos el sol de la gloria, pero ahora este sol ha desaparecido, y todo el horizonte se conduele de nosotros” (Al- Jatib)