Los temas de los romances fronterizos

En general el romance fronterizo alude a los hechos de armas protagonizados por los contendientes hispanomusulmanes e hispanocristianos en la llamada Banda Morisca. No siempre el tema es la guerra como en el famoso romance de Abenamar. Aquí la tradición se rompe y los protagonistas dialogan apaciblemente sobre las bellezas de la ciudad de Granada, en uno de los cantos más hermosos dirigidos a esta ciudad. Termina así :

si tu quisieses, Granada,
contigo me casaría;
darete en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.
– Casada soy, rey don Juan,
casada soy que no viuda.
El moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.

El romance de Los Caballeros de Moclín relata la algarada de los moros de Moclín contra las villas de Huelma y Alcalá. El hecho ocurrio en 1424 y convulsionó a la sociedad cristiana El mismo tema aparece en el romance de Sayabedra. En él se refleja la aparatosa derrota que sufrieron las tropas de don Juan de Saavedra, alcaide de Jimena de la Frontera, en la incursión que hicieron en el año 1448 cerca de Marbella, en Sierra Bermeja. Aquí la distorsión histórica es notable, don Juan de Saavedra es retratado como mártir de la fe cristiana, al morir en la contienda. La realidad es que su aventura fue guiada por la obtención de botín; fue hecho cautivo y liberado después.

Un tema habitual de los romances fronterizos es el asedio a poblaciones. En el romance de la toma de Antequera por el infante don Fernando ( futuro rey de Aragón) , se da noticia desde la perspectiva nazarí del curso de los acontecimientos.

 Las nuevas que, rey, sabrás
no son nuevas de alegría.
Que ese infante don Fernando
cercada tiene tu villa.
Muchos caballeros suyos
la combaten cada día

En otros romances el afamado don Rodrigo se enfrentará a los más intrépidos caudillos granadinos, Alatar o Albayaldos. La suerte en el combate será dispar, en ocasiones propicia al caballero castellano, en otras adversa. Renombre alcanzó, tambien, el héroe popular don Ponce de León, cuando recuperó el guante que una bella dama había arrojado al interior de una jaula de leones.

Innumerables son los romances que tratan la toma de Granada en 1492. Reproduzco un fragmento del Romance del Rey Chico, descubierto en la biblioteca de la universidad de Cracovia en los años 40. Aquí asistimos a la desesperación del último rey de Granada por la pérdida de su reino.

…” Bien es que como mujer
llore con gran agonía,
el que como caballeros
su estado no defendía”…

Romances fronterizos

Hay pocas dudas en considerar al romance como la contribución más importante de la literatura española a la literatura universal. En esta ocasión me ocuparé de aquellos que según la clasificación de Menéndez Pidal pertenecen a los romances fronterizos, y que a diferencia de los romances moriscos, relata hechos reales o ficticios acaecidos en la frontera castellano-granadina durante los siglos XIV y XV principalmente. En cualquier caso, su importancia para la historiografía es siempre relativa.

El romance viejo (frente al romance nuevo o literario más moderno) nace de la imaginación popular, que distorsiona la realidad en favor de lo emotivo. En ellos no encontramos, casi nunca, hazañas desmesuradas ni sucesos fantásticos. La alteración de la realidad histórica no supone renunciar al realismo narrativo, a un realismo descarnado propio del recio carácter castellano.

Los héroes no son siempre caballeros castellanos, ni mucho menos, moros y cristianos se alternan en el protagonismo; incluso en las diferentes versiones de un mismo romance. De igual manera se reparten las miserias y bondades de los personajes que en ocasiones aparecen dotados de una elevada carga emotiva, sin distinción del bando en que militan. Así, el romance puede partir desde la perspectiva del “ moro” derrotado, en un ejercicio de empatía difícil de encontrar en las crónicas de sus tiempo. Tanto es así que en ocasiones podríamos adjudicar la autoria de un romance a un individuo o colectivo andalusí. Efectivamente, cuando los prejuicios aparecen no caen siempre del mismo lado, lo que nos puede rebelar el espíritu de una época.

Por lo tanto, y es lo que quiero destacar, el romance se nos presenta como la manifestación espontánea de un pueblo, el castellano, a través del cual podemos intuir la percepción de aquellos sobre sus enemigos potenciales musulmanes.

Un drama romántico

El final del Reino de Granada inspiró desde muy temprano a escritores y poetas, que recrearon en su imaginación un tiempo que bien pudiera haber sido así. Un tiempo que ojala hubiese sido así. Desde la perspectiva temporal, el pasado viene a socorrer nuestras anodinas vidas y nuestras frustraciones del presente. Evasión o melancolía por un tiempo que no vivimos nosotros, pero que sí lo hicieron otros. Ilusión o realidad, que más da. Posiblemente no sea ni lo uno ni lo otro y los actores de aquel drama se sintieran tan anodinos como nosotros, pero lo importante es que creemos, que deseamos que fuera como nos lo imaginamos : un lugar, un tiempo donde la lucha por la vida no consistía esencialmente en mantener engrosada una cuenta corriente en un banco.

El romántico siempre se pone de lado del perdedor (es una fatalidad buscada) para inspirarse en sus desgracias, para conmoverse; como Washintong Irwing al contar el melancólico ocaso del reino nazarí. Desmiente la historia oficial y la convierte en leyenda al hacernos descubrir que en el drama hubo dos protagonistas, y los dos salieron perdiendo.

En 1506, Ginés Pérez de Hita contó la Historia de los bandos de los Zegríes y Abencerrajes:

Abulhasan estaba casado con su prima Aixa, llamada la Horra (la honesta). Habían tenido dos hijos , de los cuales el mayor era el Boabdil de las crónicas cristianas. Durante una algarada en el la frontera fue hecha cautiva la bella hija del conde don Sancho Jiménez de Solís, alcaide de Martos. El ya viejo Abulhasan se enamoró apasionadamente de la joven cautiva, esto provocó un verdadero drama en el harem y Aixa fue expulsada de la Alhambra. El lugar de Aixa fue ocupado por doña Isabel de Solís, la cual reino con el nombre de Zoraya. Mas, Aixa conspiró y finalmente pudo restituir a su hijo en el trono de Granada.

Éramos el sol de la gloria, pero ahora este sol ha desaparecido, y todo el horizonte se conduele de nosotros” (Al- Jatib)