Arquitectura

La convivencia del gótico con la decoración renacentista: el plateresco

La arquitectura gótica sufre en los últimos años del siglo XV un proceso de enriquecimiento decorativo. El trabajo de talla de la piedra se hace muy minucioso, y respetando la estructura sustentante tradicional, se incrementa la decoración que cubre todas las superficies. Se empieza a introducir elementos propios de la arquitectura italiana del Quattrocento. La influencia de las novedades italianas y el conocimiento de los nuevos motivos decorativos (almohadillado, decoración con grutescos, medallones, veneras…etc.) hace que este nuevo lenguaje comience a recubrir los edificios, que no abandonan su organización gótica (arcos apuntados, bóvedas con nervaduras, naves con contrafuertes y pináculos). La sobrecarga de ornamentación, que hacía que los edificios parecieran obras labradas por el cincel de un platero, sirvió para acuñar el término plateresco. El monopolio del comercio con América convirtió a Sevilla a lo largo de quinientos años en una ciudad populosa y principal, en una importante metrópoli en la que la arquitectura y el urbanismo renacentista dejaron profunda huella.

En su recorrido civil encontramos tres edificios fundamentales: el ayuntamiento, el hospital de las cinco llagas o de la sangre y la lonja (archivo de indias). Merece la pena visitar algunos palacios de fuerte impronta mudéjar, levantados por nobles o ricos comerciantes como la casa de los Pinelo, el palacio de las dueñas o la casa de Pilatos.

Ayuntamiento de Sevilla

Con el descubrimiento de América y su colonización, Sevilla inicio una época de crecimiento económico y demográfico convirtiéndola hacia el 1525 en la ciudad más poblada de España. Esto llevó a la construcción de un nuevo edificio para el ayuntamiento de la ciudad. El proyecto correspondió al arquitecto Diego de Riaño, quien dirigió las obras entre los años 1527 y 1534, a su muerte, fue sustituido por Juan Sánchez, que finalizó la obra el año 1560.

Si nos remitimos exclusivamente al conjunto construido en el siglo XVI, podemos afirmar que constituye una de las primeras edificaciones renacentistas levantadas en Andalucía y una clara muestra del estilo plateresco.

El edificio presenta una planta quebrada y quedaba organizado en dos alturas. La fachada principal estaba orientada hacia la plaza de san francisco y se dispone en cinco módulos separados por pilastras y columnas que en ambos casos muestran fustes con decoraciones de grutescos, motivos que se repiten también en las jambas, entablamentos e incluso muros de la edificación. Encontramos también motivos decorativos como medallones con personajes históricos e incluso hornacinas con esculturas con héroes tradicionalmente vinculados a las leyendas de la ciudad como hércules y julio césar (añadidos en las reformas del s. XIX).

En su interior el edifico presenta como salas principales el Apeadero, en el que se combinan elementos góticos y renacentistas, la sala de fieles ejecutores y la sala capitular, cubierta por una bóveda en cuyos casetones se esculpieron figuras de 36 reyes de España. Del Apeadero parte una amplia escalera que conduce a la planta superior y en la que se localiza una sala capitular alta, cubierta con artesonado de casetones.

Todo el conjunto decorativo, tanto exterior como interior, pretendía organizarse sobre un doble discurso, de un lado, narrando la propia historia heroica de la ciudad, a través de algunos de sus personajes más celebres y por otro lado, tratar de mostrar el complejo como un templo de la justicia y el buen gobierno.

Arquitectura Barroca

En la arquitectura Sevillana, el barroco tiene nombre propio. Dominado por la figura de Leonardo de Figueroa, su creatividad y forma de hacer formaría, especialmente en Ambrosio y Antonio Matías, hijo y nieto del anterior, respectivamente.

De este arquitecto son algunas de las mejores obras levantadas en Sevilla, dentro de las cuales podrían destacar la fachada del palacio de San Telmo o la fachada de la iglesia de San Luis de los Franceses.

El palacio de San Telmo

Se fundó como escuela de formación de marineros para servicio de las flotas españolas de las Indias. El interior se articula en torno a un amplio patio central, en cuyo eje medio se ubica la capilla. La fachada es el órgano más relevante y ofrece la cualidad de una gran fuerza ascensional en contraste con la serena horizontalidad del volumen del conjunto. Articulada en vertical con potentes pilastras y dos cuerpos principales, también se corona por un edículo, trasladando al exterior el cuerpo de un retablo. Son atlantes los que sostienen la peana y los dinteles del balcón principal. Se expresa el mundo geográfico en sus relieves, las ciencias y las artes que se enseñan en el recinto como las demás asignaturas. En lo alto, los protectores monárquicos son san Fernando y san Hermenegildo a los que acompaña san Telmo como patrón de los navegantes. En el centro hay un medallón con la imagen de Felipe V encarnando a la monarquía como fiel protectora de la sabiduría de los hombres.

Iglesia de san Luis de los franceses

La iglesia de San Luis de los Franceses constituyó el templo del primitivo noviciado en Sevilla de la Compañía de Jesús, que lo empleó a tal efecto hasta 1767, año en que dicha orden fue expulsada de Castilla por decisión del monarca Carlos III. La construcción del conjunto conventual se llevó a cabo entre los años 1699 y 1731, momento en que el arzobispo local consagra esta iglesia cuyas características la hacen ser probablemente el más llamativo de los numerosos templos barrocos sevillanos.

Desde la misma fachada hasta el más pequeño de sus elementos decorativos toda en esta iglesia respira el espíritu barroco: desde el frontón trilobulado que corona dicha fachada hasta el empleo de estípites; desde el dosel que remata el retablo mayor hasta la abundancia de decoración vegetal o el juego de luces que se obtiene con los ventanales de la cúpula y con los pequeños espejos que aparecen diseminados aquí y allá. Por lo demás, toda la decoración escultórica y pictórica responde a la idea barroca de mostrar un conjunto armónico que en este caso trata de resaltar figuras y temas predilectos para la Compañía de Jesús, desde santos miembros de la Orden hasta la defensa de los valores eucarísticos.