Introducción
Sevilla en los s. XV y XVI fue una de las ciudades más importantes de la Península. Durante el s. XV Sevilla experimentó un gran crecimiento, doblando su población y alcanzando un tamaño similar al de Florencia. La ciudad aportaba entre un 15-20% de los tributos castellanos. En la ciudad había industria productora de jabón, importantes astilleros y una de las cecas más importantes de la corona. En la ciudad se desarrolló en esta época un importante comercio marítimo de larga distancia.
Durante la estancia de los Reyes Católicos en Sevilla en 1477 se impulsó la fundación de la Inquisición española. La ciudad fue elegida para el primer auto de fe el 6 de febrero de 1481, en el que quemaron vivas a seis personas. En 1483 fue expulsada la minoría judía de la ciudad, nueve años antes del Decreto de Expulsión general. Sin embargo, en Sevilla permanecieron una gran cantidad de conversos, hasta unos 2000.
El descubrimiento de América supuso un gran impulso para la ciudad. Ya anteriormente la ciudad era uno de los puertos principales para el comercio con Flandes, Inglaterra y Génova. Sin embargo, tras el descubrimiento el comercio sufre un gran impulso, aumentando la presencia de florentinos, genoveses y alemanes. La ciudad fue el principal puerto de comercio con América manteniendo un monopolio artificial como vía de entrada y salida de las Indias mediante un asiento otorgado por decreto real. Para su administración los Reyes católicos fundaron la Casa de Contratación de Indias en 1502 desde donde se dirigían y contrataban los viajes, controlaban las riquezas que entraban en América y junto con la Universidad de mercaderes regulaban las relacione mercantiles, judiciales y científicas con el Nuevo Mundo.
Sevilla en el s. XVI continuó con la fisonomía de la época islámica. Las casas de la ciudad hasta bien entrado el siglo siguieron ofreciendo unas modestas fachadas ya que la casa musulmana vuelca al interior. Sin embargo, los aires renacentistas traerán desde Italia ideas sobre la monumentalidad de los edificios, las perspectivas de estos si son públicos, las calles anchas y rectas, etc. Muchas disposiciones reales tenderán a acabar con las calles estrechas y sustituirlas por grandes vías por las que sea fácil transitar. Sin embargo, pese al intento de regularización del plano urbano este continuó con su tradicional toque irregular. Uno de los motivos era que las calles estrechas servían para proteger a los habitantes del calor estival, gracias al tendido de toldos. Las vías más anchas y plazas eran usadas para los comercios y se situaban sobre todo cerca del núcleo político-religioso de la ciudad. El elemento urbano más importante añadido a la ciudad fueron las plazas. Algunos ejemplos son la plaza de San Francisco y la plaza de la Laguna, futura Alameda de Hércules.
La limpieza en la ciudad era bastante precaria. La acumulación de basura en las calles era un mal general. La gente arrojaba los desperdicios a la calle, dejaba restos de materiales de construcción, hacía hoyos, volcaba las aguas sucias, etc. Se prohibió tirar a la vía pública animales muertos, estiércol y aguas o escombros y despojos junto a la muralla y el Arenal aunque se suceden casi al mismo ritmo que las peticiones de los vecinos de arreglo de los baches en las vías cuando estaban cercanas las fiestas. En el Arenal se levanta el Monte del Malbaratillo, formado de basuras e inmundicias que se arrojaban allí desde tiempos inmemoriales.
La ciudad se abastecía de agua gracias a los Caños de Carmona, árabes. Algunas de las casas tenían agua corriente, pero estas eran una minoría. La mayor parte de las casas se abastecían de agua gracias a las fuentes y aljibes repartidos por la ciudad. Los jardines y las huertas las regaban gracias a norias.