Por lo que respecta a la música, y en la España de la época, reviste un doble carácter profano y religioso, pero destacadamente lo segundo. Los géneros destacables son la polifonía y la policoralidad. Entre los instrumentos sobresalen el órgano y la guitarra, con vacíos notables en el género instrumental secular, que en la Península no adquiere la brillantez italiana. De este modo, en medio de la religiosidad ambiental, continúa la polifonía clásica establecida desde la segunda mitad del XVI en iglesias, conventos y catedrales.
En el Barroco el órgano estuvo en su auge, tanto en intérpretes como en compositores y organeros. En España hay bastantes figuras destacables durante todo el periodo, desde Francisco Correa de Arauxo, Juan Cabanilles hasta Antonio Soler (1729-1783), donde su producción organística es la más importante del siglo XVIII a nivel nacional.