Otros pasatiempos favoritos de la reina Isabel de Valois eran la danza y la música.
A pesar de ser privados, parece que se admitían observadores y participantes con cierta frecuencia. Muchos compartían su pasión y por lo tanto anhelaban y presionaban por participar de estos pasatiempos musicales y de las ocasiones de danzar. Por las asociaciones sensuales y en el caso de la danza, también por el contacto físico entre los participantes, se intentaba restringir el acceso. No obstante, en este aspecto de su vida, como en otros, parece que tenía libertades no adecuadas con las costumbres y la moralidad ibéricas. Tenía maestro de danza y también se entrenaban las damas y los pajes, ya que el baile jugaba un papel importante en ceremonias y festividades, además de ser un pasatiempo muy popular.
La pasión de Isabel por la música fue obvia desde primer momento. Trajo de Francia a seis músicos «violones» y un tañedor de «musette» y flauta. En la corte hispana se encontró con una gran tradición musical. Tanto Juana como el propio Felipe II eran grandes fanes de la música. La reina consiguió atraer a su servicio uno de los mejores músicos de la corte hiapana. La reina llegó a poseer en sus salas, entre otros instrumentos musicales, tres arpas, un órgano que se utilizaría habitualmente, pero no exclusivamente,