De su educación, Carlos se forjó un carácter bastante autoritario, muy religioso y muy medieval. En él, dejaron hondas huellas las orientaciones de Adriano de Utrecht, tenía un culto al honor aristocrático muy pronunciado y un gusto específico por el arte de la guerra mediante el cual esperaba alcanzar la gloria al modo de los héroes antiguos. Su sentimiento religioso y su inclinación a las artes de la guerra le llevaron a desarrollar afanes de cruzada con matices de conceptos renacentistas. La cualidad que sobresale es un sentimiento de responsabilidad como gobernante, afrontó sus deberes sin regatear esfuerzos ni sacrificios. Tenía una voluntad de acero, una capacidad de resistencia y un gran sentido del deber. De su carácter se desprende también una tendencia a la soledad.
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