24 de abr. de 14
Blanca (también conocida como Blanqui) tiene 16 meses. He registrado tres palabras claras en su vocabulario: [ma’ma] (mamá), [‘teta] (teta) y [‘aβa] (agua). Ésas parecen ser las coas más importantes de su pequeño mundo. Además utiliza de forma muy clara el deíctico ‘ahí’ [a’i]. Usa, además un “lenguaje zapato”, esto es, como si tuviese un zapato en la boca (o como si hablase el pato Donald). Al principio era un poco gutural (incluyendo incluso una uvular [R]), ahora ha dejado de serlo un poco y parece una sucesión de sílabas más o menos claras. Este lenguaje juega, además, con variaciones en la entonación que parecen dotarlo de intención. Ella parece decir cosas cuando lo emplea, de hecho sus ojos y gestos parecen decir ‘¿no me entiendes?’ o ‘te estoy diciendo tal cosa’, pero nosotros somos incapaces de entenderlo o interpretarlo. Son frases con varias palabras. Usa, además, holofrases con un valor muy genérico, pero vinculadas con sus deseos y con el yo. La principal es [me’me] que ahora se reduce de vez en cuando a [ma:]. A parte de los gestos habituales (sonrisa, lloro, etc.), usa gestos con valor significativo. Su dedo acompaña siempre al ‘ahí’ [a’i:] con valor deíctico de refuerzo, pero ese mismo dedo índice le sirve para señalar en general. Le encanta hacerlo. Mueve la cabeza para hacer ‘sí’ y ‘no’; y en ocasiones el ‘sí’ va acompañado de una especie de sonido nasal equivalente a [hm] (hum). Hace también el gesto de ‘adiós’ y el de ‘hola’ moviendo la mano. En cierto modo los dos se confunden. Todo esto me recuerda aquello de Guberina de que aprendemos a hablar para contestar. Cuando se enfada, tira cosas y se va corriendo con gesto contrariado. Cada vez le gustan menos las papillas (tiene muchos dientes y alguna muela) y es muy diestra andando y subiéndose a los sitios (para un bebé, of course). Ver cómo el lenguaje se va haciendo paso en ella es una aventura alucinante.